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¿Por qué no?

El único sorprendido al saber cuánto lo quiere Cali fue el mismo...

31 de mayo de 2011 Por: Aura Lucía Mera

El único sorprendido al saber cuánto lo quiere Cali fue el mismo Francisco –Frisco o Pacho- Piedrahíta. Los caleños estuvimos en duelo esos días en que las brigadas de rescate, los helicópteros, los perros buscaban y no divisaban ni rastros de él. Al meterme en Google a Lafitte National Park y ver la enormidad de cocodrilos, grises y gigantescos como dinosaurios, escondidos entre el pantano, algunos debajo de los senderos de madera, estuve segura de que Pacho había sido presa de uno de ellos, se lo habían tragado entero, y el animal había seguido hacia otro estero, sin dejar rastros. Sin embargo, no perdí la fe. Cali no podía perder uno de sus hombres más valiosos. Pacho no podía haber ido a parar a las fauces de un cocodrilo. Tampoco los caleños nos merecíamos esa suerte. Recuerdo las conjeturas, compartidas entre amigos y familiares: que si un infarto y se cayó al agua; que se resbaló y se fue de cabeza; que lo secuestraron; que le dio una isquemia y se olvidó quién era; que estaba deprimido y se lanzó a la ciénaga; que se lo había llevado un marciano... También recuerdo la llamada telefónica de mi hija menor, con la voz entrecortada por el llanto y la emoción. “Mamá, ¡está vivo, está vivo!”. Y recuerdo el abrazo que nos dimos las cuatro amigas que estábamos almorzando en Bogotá, una de ellas familiar muy cercana, abrazos, gritos, llanto. Está Vivo. El milagro se hizo. Cali durante cinco días se sintió como si le hubieran amputado un órgano vital. Porque Francisco Piedrahíta pertenece a Cali. Es propiedad de la ciudad. Su trabajo tanto en la empresa privada como al frente de la Universidad Icesi ha sido ejemplar. Un hombre, que sin aspavientos, siempre cálido, con la humildad que caracteriza a las personas realmente importantes, ha dejado huella en sus realizaciones. Los alumnos y ex alumnos lo quieren, no como un rector, sino como un guía en cuanto a valores y principios éticos. La ciudad lo respeta y le cree. Todos nos unimos en las plegarias. En la solidaridad ante la incertidumbre de Claudia, su esposa, y de sus dos hijos, Esteban y Vicente, próximo a contraer matrimonio con una joven hindú, o hindi. Todos recordamos ese golpe del destino que le arrancó la vida a uno de sus hijos en el accidente de American Airlines. Todos oramos por Pacho. Y el milagro se dio. Pienso entonces, ¿por qué Pacho no se lanza a la Alcaldía? Nadie mejor que él comprende los problemas de esta Cali caótica, ingobernable, víctima de un saqueo continuo por parte de sus administraciones anteriores. Un hombre en el que ciudadanos, trabajadores, estudiantes, familias, jóvenes y adultos podamos confiar. Un hombre que posee las conexiones más importantes a nivel internacional con empresas y centros educativos. Un hombre cuya honestidad está comprobada a rajatabla. Un hombre a carta cabal. Me imagino que no le gusta la política. Tiene la razón. La política dejó de ser hace tiempo el arte de dirigir ciudades, para convertirse en un botín de politiqueros, avivatos sin ninguna preparación, con la única meta de llenar los bolsillos propios. Pero también estoy segura de que sería un estupendo gobernante y que nos ayudaría, en un momento clave para la ciudad, a salir adelante de este pantano en que nos ahogamos. Y ahora, con la experiencia de supervivencia en aguas cenagosas, rodeado y acechado por saurios e insectos chupa sangre, tiene todas las cartas en la mano para empujarnos hacia tierra firme. Pacho, el mensaje subliminal está dado. Cali te necesita. Cali se unió enviándote energía. Cali sufrió con tu desaparición. Supiste sobrevivir al fango, a los cocodrilos, a los insectos, a la falta de abrigo. A lo mejor estás llamado para que esta ciudad sobreviva y encuentre el rumbo, agarrada de tu mano orientadora. ¿Por qué no? Piénsalo. Estamos a tiempo. Los precandidatos que tenemos son la certeza de que continuaremos en el desbarrancadero, hasta ahogarnos. A lo mejor tú puedes tendernos ese lazo, para agarrarnos a la esperanza. Prometemos que podrás seguir fotografiando esas aves que te apasionan, en los pocos tiempos libres que el manejo de esta ciudad perdida en la marisma te lo permitan.

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