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Nieves eterna

Recuerdo esa Cali efervescente de finales de los 60. El Cali del 68 donde bullían las ideas, los sueños empezaban a convertirse en realidad y Cali había ganado la sede de los VI Juegos Panamericanos.

21 de septiembre de 2020 Por: Aura Lucía Mera

Recuerdo esa Cali efervescente de finales de los 60. El Cali del 68 donde bullían las ideas, los sueños empezaban a convertirse en realidad y Cali había ganado la sede de los VI Juegos Panamericanos. Los Festivales de Arte de la Tertulia irrumpían como un tsunami cambiando la forma de ver el mundo, con exposiciones de artes gráficas de artistas internacionales, los nadaístas se tomaban la ciudad, eran irreverentes con La María y cuestionaban escandalizando las mentes pacatas. Ómar Rayo y Águeda Pizarro nos conducían a una tercera dimensión a través de la pintura y la poesía.

Ciudad Solar embriagaba el ambiente de marihuana y conferencias. Hernando Guerrero llegado de París exhibía sus fotografías en blanco y negro abriéndonos horizontes a otros mundos. Romero Brest cuestionaba en sus conferencias el “arte de caballete”. Marta Traba lograba que aprendiéramos a mirar de otra manera.

Alfonso Bonilla Aragón, Nicolás Ramos, Don Manuel Mejía, Rosa de Arboleda, Maritza Uribe, Martha Hoyos, desparramaban energía y entusiasmo contagiando a Cali de amor por la ciudad, espíritu cívico, perrenque para transformar la aldea y sacudir las mentes agropecuarias y sedentarias. Todo hervía. Todo era movimiento. El cielo si acaso era el límite.

En mayo de ese año nació Nieves. Fuimos testigos de su nacimiento. Eduardo Lozano Henao y Beatriz López fueron sus padrinos. Nació en El País y sigue contando nuestra historia.

Don Manuel Mejía, ese ecuatoriano sabio en informática, director de Pesos y Dólares, también le abrió sus páginas. Nieves nació con los Panamericanos. Todos los que tuvimos la fortuna de trabajar en la transformación de la ciudad, la acunamos y la amamos.

Consuelo Lago, su mamá, nos sorprende todos los días. Nieves es Consuelo. Consuelo es Nieves. Toda la inteligencia, la ironía, la sabiduría, la sensibilidad y la magia de Consuelo se la cuenta a Nieves, para que ella nos la comparta.

Por otro lado Sylvia Patiño, otra mujer con sensibilidad a flor de piel, formada en Nueva York como fotógrafa, regresó a su Cali natal para crear una nueva forma de arte. Combinar sus fotografías con textos históricos o literarios. De ahí nacieron esos libros en que la imagen y la letra se funden y se abrazan. Un buen día tuvo la idea de fotografiar los dibujos que había pintado Consuelo, vistiendo a Nieves al estilo Picasso, Manet, Degas, Matisse, Goya, Chagall, Kandinsky, y editar el libro más bello y mágico que alguien pueda imaginar.

Nieves entra en la Historia del Arte por la puerta grande. Consuelo celebra su mayoría de edad con este homenaje a su obra y a su vida.

Como escribe Juan Gustavo Cobo Borda en su magnífico prólogo, “Si este fuera en país serio, las secretarías de Cultura repartirían este libro o sus postales por todas las escuelas de su región. No darían la lata fomentando ‘procesos’ o convocando mesas redondas sobre la identidad. Muchos niños y niñas comenzarían el aprendizaje mágico de la Historia del Arte con este repertorio jubiloso y sensible. Nieves es mucho mejor profesora que los teóricos de la posmodernidad. Enseña alegría, disfrute y emoción. Solo llegamos a entender lo que amamos y eso con dificultad, cuando a lo largo del brevísimo tiempo de nuestra vida nos compenetramos de tal forma con ello, como Consuelo Lago y Nieves que decidieron volverse juntas pintoras de verdad. ¡Verdad!”.
Gracias Consuelo, gracias Nieves, gracias Sylvia. ¡Qué trío de arte tan espectacular!

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PD.
Sebastián Moyano alias Belalcázar en Cali no me mueve la aguja. Siempre creí que era Artemo Franco Mejía que nos invitaba a invertir y vivir en Cali. ¡Por mí que lo tumben. Yo quise fue a Artemo!

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