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Nada personal

Si nadie dice nada, pues nunca pasa nada y todo sigue igual....

22 de julio de 2014 Por: Aura Lucía Mera

Si nadie dice nada, pues nunca pasa nada y todo sigue igual. Por lo menos en Colombia todavía tenemos el derecho al ladrido, cosa que en otros países ya se perdió y se tiene que acatar todo sin decir ni pío.Hacía muchos años no viajaba en American Airlines, mejor dicho, me había prohibido volver a hacerlo. Pero ante la imposibilidad de llegar a San Francisco, la única ciudad de Estados Unidos que no se parece al país del ‘Tío Sam’ y en la que todos viven contentos y se siente la vida, repito, ante la imposibilidad de llegar en otra aerolínea desde Bogotá, pues ni modo.No sé si como la ruta es desde un país, el nuestro, considerado por la “gran Potencia” como subdesarrollado, lleno de traquetos y malandros, pues les da lo mismo o mejor dicho les importa un rábano meter al pasajero en cualquiera de sus aparatos (los mas viejos).Y así fue, el American que despegó desde Bogotá a la media noche y dos minutos del día 17 de junio, para ser exactos creo que le habían metido muchas mas sillas de las que normalmente se utilizan en viajes largos. Y así, como sardinas en lata, todos los pasajeros nos arrejuntamos para “pasar la noche sentados en el aire”.Agradecí que me tocó “pasillo” porque mis vecinos del medio y la ventana quedaron atascados sin poderse mover, no se cómo hicieron para “aguantar” sin leventarse, ni moverse, ni reír, ni hablar en todas esas horas. Mi silla no recostaba. No estaba en la salida de emergencia. Sencillamente estaba dañada y punto. El “azafato”, era un gigantón de malas pulgas al que nadie se atrevió a decirle nada, terror de que nos lanzara al vacío y, además, pesaba más de cien kilos, o sea que su presencia por el “corredor aéreo” se sentía en todo momento. Ay de estirar una pierna, el personaje en cuestión no podría avanzar.No quiero referirme al servicio abordo, por inexistente. Lo único de aplaudir, la pericia del piloto que después de sobrevolar Dallas casi una hora se vio obligado a aterrizar en otro aeropuerto. Nos tuvieron encerrados casi hora y media, sin derecho a nada, mientras la tormenta feroz amainó y despegar de nuevo. Todas las conexiones perdidas. Naturalmente de Dallas a San Francisco, territorio norteamericano, un súper avión de última generación, ancho, cómodo, (sin comentarios).Saco este tema a colación porque no hay derecho que estas aerolíneas norteamericanas sigan haciendo lo que se les da la gana con los pasajeros latinoamericanos. Ojalá Avianca vuele algún día a California. Así nos evitamos este viacrucis. El servicio internacional de Avianca es de los mejores. El pasajero se siente atendido. Respetado y digno.Sobra decir que no recomiendo a nadie montarse en American Airlines. Traten de tomar otra Compañía. Así la ruta sea más larga. ¡Tenemos que hacernos respetar!PD: Naturalmente todos los malos ratos se olvidan al llegar a esta ciudad, armada entre colinas, bahías, mar abierto, islas, bruma, viento y sol. San Francisco, una ciudad mágica, diferente, acogedora. Llena de vida y de luz.

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