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Manos unidas

“Una manoMás una manoNo son dos manosSon manos unidasUne tus manosA nuestras...

2 de noviembre de 2010 Por: Aura Lucía Mera

“Una manoMás una manoNo son dos manosSon manos unidasUne tus manosA nuestras manos” Gonzalo Arango Cantón Nápoles. Jamas había ingresado a este microcosmos dentro de la ciudad. Mi conocimiento terminaba en la gran portada que mira hacia la calle Quinta. Una ciudad dentro de Cali. Un mundo aparte, que atiende una población aproximada de cincuenta mil personas. Me invita Luz Helena Orozco, fundadora de ‘Manos Unidas por Colombia’, quien, con un grupo de ángeles de la guarda, se atrevieron a pensar en grande y lanzarse en la quijotesca tarea de construir dos salas de cirugía con todas las de la ley, y un pabellón de dos pisos para la rehabilitación de aquellos jóvenes soldados mutilados y heridos en ese combate eterno que libran contra los grupos narcoterroristas.Al ingresar, toda vestida de verde y esterilizada de pies a cabeza, en las salas de cirugía, quedó boquiabierta. Equipos de última tecnología, salas de recuperación, asepsia absoluta. Casi como ingresar en un santuario donde, a diario, cada vez que los helicópteros rompen el aire con sus hélices y vienen del sur para aterrizar en la explanada del Cantón, traen consigo muchachos, casi adolescentes, que empiezan la vida, y que ya sus piernas o brazos, o rostros han sido mutilados salvajemente por minas enterradas, emboscadas con dinamita o disparos a mansalva de metralletas traicioneras. Y a diario, repito, en estas salas de cirugía un equipo médico especializado lucha sin tregua para salvarles la vida, restaurar sus pieles arrasadas, contener hemorragias, amputar piernas. Es una carrera contra la muerte. Ya en la explanada, ambulancias, camillas y personal del Ejército esperan que el enorme aparato detenga sus aspas para correr hacia ellos.Estas salas se terminaron gracias a Manos Unidas por Colombia, Asocaña y Accion Social del Ejército. Ejemplo fehaciente de que Manos Unidas uniendo otras manos alcanza logros inimaginables de otra forma.Ahora viene el segundo reto, el Pabellón, ya en construcción, para la rehabilitación de estos jóvenes. Para que puedan retomar sus vidas, sus ilusiones, su futuro. Ya los equipos están. Un gimnasio completo con las mejores máquinas, donado por otro ángel de la guarda. El primer piso casi terminado. Ya las paredes se alzan. Tendrá fisioterapia, neuroterapia, terapia ocupacional, terapia húmeda (piscinas especiales) .El Gran Banquete para recolectar el dinero que falta será el 9 de noviembre en el Club Colombia. Me cuentan que las empresas del Valle han respondido con largueza. Unamos todos las manos. Es lo menos que podemos hacer por estos jóvenes que ofrendan su vida para lograr que todos podamos algún día vivir en paz. Gracias Manos Unidas por Colombia. Gracias Acción Social. Gracias vallecaucanos. Cada vez que escuchen las aspas de un helicóptero sur-norte, lo más probable es que dentro vaya un joven que ofrendó su juventud por nosotros.No resisto el deseo de rendir mi admiración a Luz Helena Orozco, a Mavelynne Orozco, Clara Maria Herrera, Isabella Vernaza de Sardi, al doctor Julio Cesar Reina, y a ese apóstol llamado Armando Sardi de Lima, quien hace seis años trajo los primeros 32 médicos para hacer la Jornada Médica por Colombia. Así nació la idea de Manos Unidas. Muchos nombres se escapan. Pero en el corazón de esos jóvenes, estarán grabados para siempre. Si seguimos uniendo nuestras manos, Cali volverá a ser la ciudad que tanto soñamos volver a tener .

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