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La mejor vacuna

Sin duda, el Hay Festival de Cartagena en estos días llega como un ángel de la guarda cargado de palabras, convertidas en libros, poemas, aventuras, biografías, testimonios, historias, análisis, llevándonos a otros parajes, y salvando la salud mental.

25 de enero de 2021 Por: Aura Lucía Mera

Sin duda, el Hay Festival de Cartagena en estos días llega como un ángel de la guarda cargado de palabras, convertidas en libros, poemas, aventuras, biografías, testimonios, historias, análisis, llevándonos a otros parajes, y salvando la salud mental, impidiendo que la mente se siga triturando con preguntas que no tienen respuesta, con temores infundados o ciertos, con pensamientos paranoicos, episodios de angustia.

Y no es solo por la pandemia que arrasa indiferente con vidas sin preguntar, sin distinguir, sin avisar. Ya nadie sabe quién contagia a quien, los que no tenemos síntomas también podemos estar enfermos, los que tienen síntomas, agobiados por el pánico y la debilidad, miles de seres sin olfato, sin gusto, con escalofríos, otros miles intubados luchando por una gota de oxígeno, miles en total, entes aislados. crematorios sin dolientes.

También estamos arrasados por la violencia. La masacre de estos jóvenes en una finca cerca de Buga, empezando la vida no tiene ninguna justificación. Una tragedia que está más allá de cualquier explicación, más allá de cualquier palabra. El asesinato continuo de líderes sociales, las amenazas contra los habitantes de El Salado, la muerte paseándose libre entre el puerto de Buenaventura, los campesinos de nuevo desplazados, la indiferencia total del Gobierno Central, la comprobación diaria de que en este país el derecho a la vida no existe y que los muertos se convierten en una estadística más, es algo escalofriante. Feminicidios, infanticidios, homicidios, la sangre sigue anegando veredas y ríos, las fosas comunes se convierten en el pan diario.

Por esto me refugio como náufrago al único palo que puede salvarme, en los libros. Me aferro a este Hay Festival como única opción para alejarme, mentalmente de esta locura nacional; mentiras y más mentiras.
Corrupción rampante. El país se sacude como un barco a la deriva en medio de la tormenta inclemente con un capitán que no hubiera llegado a grumete si tuviéramos un átomo de sentido común.

Mis botes salvavidas son Jon Lee Anderson, Juan Gabriel Vásquez, Isabel Allende, Juan José Millás, Paul Theroux, Ana María Ibáñez, Alejandro Gaviria, Ken Follett, Thiago Fierro, Pérez-Reverte, Pola Oloixarac, León Valencia, Joël Dicker, Giuseppe Caputo, Leonardo Padura, Héctor Abad Faciolince, Javier Bardem, entre tantos otros.

Gracias por salvarme la mente. Por alejar así sea por unos días esta sensación de impotencia, de rabia contenida, de no aceptación, de claustrofobia, de momentos de pánico. Soy impotente ante mi mente, esa loca de la casa que a veces se me dispara y vuelve a mí ‘solo por hoy ingobernable’.

Gracias Hay. Gracias Alcohólicos Anónimos. Gracias por existir, como las ceibas y los atardeceres. Necesito leer, necesito vivir el hoy sin fantasmas, necesito atardeceres luminosos y lunas brillantes.

Pero ante todo, palabras, palabras, palabras para que me saquen un rato de este presente de mierda y me lleven a otros mundos. Viajar mentalmente, sentir que sigo viva emocionalmente y que no he perdido del todo la esperanza.

PD. No sé si está invitado al Hay pero el último libro de Tomás González ‘El fin del Océano Pacífico’ es imperdible, para mí, lo mejor que ha escrito. Como nos impregna de esa selva, de ese mar gris y salvaje que aparece y desaparece con las mareas, como nos lleva a compartir la vida de sus personajes, variopintos, apasionados en su viaje de la vida, el dolor y el amor crítico. Cínico. Fuerte. Tierno. Implacable y divertido. ¡Qué libro!

“Otra vez se impuso el tema del sistema gastrointestinal. Y bien largo que lo tenemos. Solamente los intestinos miden casi diez metros y a eso hay que sumarle el estómago, el esófago y hasta los dientes. Llevamos a toda parte nuestro paquete largo de excrementos, al banco, a las reuniones de padres de familia, a los bautizos, a las reuniones de juntas de acción comunal, a las dos Cámaras del Congreso”.

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