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En blanco y rojo

Llego a Cali. Un libro me espera. Una invitación a mirar una...

12 de marzo de 2013 Por: Aura Lucía Mera

Llego a Cali. Un libro me espera. Una invitación a mirar una exposición. Ojeo el libro y  quedo con el corazón encogido. Se titula ‘En Blanco y Rojo’. Compuesto por Florencia Buenaventura. Ella, caleña raizal, nacida en la explanada del barrio San Antonio. Una psicoterapeuta especializada en Psicología de la Salud, además de artista plástica y convencida que el arte es el mejor  agente terapéutico, sobre todo en los niños. Se formó en Univalle y obtuvo varios diplomados en  España y Francia. Estudió grabado en el Taller Fabio Daza y  recibió orientación pictórica del maestro Pedro Alcántara Herrán. Cuando los secuestrados de La María en Cali expuso ‘La mancha blanca’ con mensajes e instalaciones en espacios públicos.El psiquiatra Rafael Manrique Solana, español graduado en la Universidad de Cantabria y de la Berkshire Medical Center, escribe sobre ‘Blanco y Rojo’: “Tal vez usted, no llegue a leer estas líneas. Este prólogo se convierte en innecesario ante un libro con textos tan  precisos, imágenes tan bellas e ideas tan poderosas y comprometidas... Colombia, que dispone de todo lo necesario para ser un país rico y próspero, sufre una violencia atroz que proviene desde casi cualquier sector, público o privado... No podemos ser neutrales ante la violencia. Altera y corrompe la totalidad de lo humano...”.Florencia empezó a trabajar con 38 niños en situación de desplazamiento, pobreza y vulnerabilidad. Ante la pregunta que se hizo de qué hacer y cómo abordar este problema, decidió dejar su mente en blanco,  “ese blanco  se me convertía en rojo, un rojo tan negro como el dolor que imaginaba llevaban consigo... Les entregué  pintura blanca y roja, pinceles, pliegos de cartulina negra y recipientes con agua. Decidí que un rincón, el suelo, un andén eran suficiente para que ellos pintaran; esos niños conocían estos sitios mejor que cualquiera y yo quería sentirlos allí, en el caliente suelo, en la incómoda intemperie, en la calle misma”.María viene del Cauca y tiene 11 años: “Una vez vi unos carros y murió mucha gente”. Pinta unos carros en rojo, con pinceladas fuertes; el suelo y las nubes son también rojas, pero su fondo es blanco, como el recuerdo de otros tiempos.Jaime tiene 7 años, es de Santander de Quilichao: “Me acuerdo de unos señores mientras destruyeron mi casa”. Una casa que ocupa casi toda la cartulina, roja como las llamas y la sangre; él se pinta de blanco mirando la escena. Sobrecoge.Mario Andrés es de Putumayo y tiene 11 años. “Me acuerdo de mi casa y unos señores matándose”. Abajo está la casita; arriba, en primer plano, en brochazos fuertes, una figura en rojo con un revólver, disparándole a otra figura en rojo.Juan camilo, 5 años. Llegó de Mocoa. “Unos señores mataron a mi papá y sólo quedamos con mi mamá; recuerdo mi perro, los potreros y la iglesia”. Sobre el fondo negro Jaime dibuja una figura en rojo disparando hacia la casa. En la puerta, en blanco, una figura cae. A la derecha la iglesia en blanco con una cruz grandota.Florencia nos muestra, en esta bella edición en papel esmaltado, en rojo y negro, el dolor de esos niños sometidos a la violencia desde su infancia. Esas pinceladas que desgarran valen más que mil palabras. Florencia no teoriza sobre la violencia, no trata de explicarla desde la mente, simplemente les da a estos niños pinceles, cartulina, colores para que plasmen esos recuerdos, que tal vez en palabras jamás podrían expresar. Lo único que Florencia les sugirió a estos niños, ya marcados por la sangre y el desarraigo fue “pintar lo que recordaban de su pueblo, en color rojo lo triste y en blanco lo alegre”. Y así, a través de estas páginas llenas de fuerza, ellos cuentan con una inocencia estremecedora cómo “perdieron su perro, sus padres, su iglesia, su casa, sus afectos”. Sobran las palabras. ‘En blanco y Rojo’ debería estar en todos los hogares para que recordemos, para no olvidar.

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