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El legado de San Miguel

Meto la mano al fuego sin dudar por el doctor Guillermo Zapata,...

21 de junio de 2011 Por: Aura Lucía Mera

Meto la mano al fuego sin dudar por el doctor Guillermo Zapata, director, alma y vida del Ancianato San Miguel. Le conozco desde hace muchos años y me consta su pasión por proteger y otorgarle la mejor calidad de vida a esos cientos de hombres y mujeres, muchos de ellos desechados como prendas inútiles por sus propias familias, y abandonados de afecto y cuidados. San Miguel es un ejemplo. Don Miguel Calero Zalinas donó a comienzos del Siglo XX un lote en el barrio Granada, posteriormente sede del antiguo Club Colombia, destruido innecesariamente y reemplazado por un adefesio que merece cárcel. Desde hace muchos años San Miguel funciona en el Sur. Sus amplias instalaciones y su terrero siempre han estado en la mira de gobiernos municipales, constructores y otros ávidos de negocio, porque esa tierra se ha valorizado.A Guillermo le ha tocado batallar a brazo partido contra todos los gobiernos, que pretenden cobrarle todos los impuestos, reducirle el presupuesto y acabar con la institución. Como si los ancianos no merecieran vivir el ocaso de sus vidas dignamente y rodeados de cuidados. San Miguel es una institución llena de luz, de amor, de higiene y de espacios abiertos, donde la naturaleza, la biblioteca, la granja, posibilitan que estos seres, muchos de ellos abandonados por sus familias, encuentren el hogar que les negaron los suyos.Ahora viene lo del testamento de la familia Franco Sará. De pronto le quitaron a San Miguel lo que le había sido otorgado a perpetuidad en la última voluntad de sus donantes. El representante de la Iglesia, siendo titular Juan Francisco Sarasti, un señor llamado Carlos Alberto Guerrero, decidió privar del 30% a San Miguel. Porque sí y ante sí. Guillermo viene peleando este derecho desde hace años. Menos mal que se destapó la olla. Guerrero aduce argumentos chimbos. Sarasti se hizo el de la oreja gorda. Y San Miguel cada vez tiene menos recursos.Nadie se está ensañando con Sarasti. Ya está muy mayor y deteriorado para que se metan con él. Ya corresponde a la justicia divina tomarle cuentas de sus actuaciones en la Arquidiócesis de Cali. Que no venga el nuevo Monseñor a tratar de coger el rábano por las hojas y endilgarle a San Miguel cosas que no son. Lo que se tiene que hacer es devolverle el porcentaje que quedó en el testamento a San Miguel. La Arquidiócesis lo que debe hacer es enterrar los ancianos sin costo para San Miguel, y no seguir con el negocio de los muertos, que es uno de los más lucrativos. El señor Guerrero, eso sí debe explicar porque decidió borrar de un plumazo al ancianato, y el próximo alcalde de Cali deberá aumentar el presupuesto para que los ancianos tengan el derecho a buena comida, ropa de cama, cuidados y un final de vida digno. A Guillermo, quijote de batallas absurdas, que pueda seguir administrando esta institución sin tantas afugias y sobresaltos. El día que tire la toalla, quién cuidará con semejante amor a aquellos en que ya la vida se les está apagando sin posible retorno.P.D. Los del Sur, de todos los estratos, uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis estamos atascados. A veces casi una hora para poder llegar a la Calle Quinta. No se ven soluciones ni propuestas, ni nada de nada. Es una vergüenza. Un sector de la ciudad con universidades, colegios, centros de recreación, edificios, casas y una densidad de población cada vez mayor. Encerrados. Acorralados. Como en un ghetto. ¿Hasta cuándo? ¿Quién responde? ¿Quién planea? ¿Quién y cómo nos van a desatascar?

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