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Cali de rumba

Ya el Niño llegó. Papá Nóel también. Papás, amigos, tíos, hermanos intercambiaron...

27 de diciembre de 2011 Por: Aura Lucía Mera

Ya el Niño llegó. Papá Nóel también. Papás, amigos, tíos, hermanos intercambiaron los regalos. El amigo secreto se lució. Ya el sabor de natilla y la torta de pastores son recuerdos. Pero están por llegar las campanas que despiden el 2011 y le dan su bienvenida al 12. Mientras tanto Cali se olvida de sus tragedias y rumbea. La salsa suena en todos los rincones. Conciertos, desfiles, bullicio, luces de bengala manejadas por manos expertas y pólvora ilegal.Por unos días el frenesí, la adrenalina, el pulso acelerado y el corre corre nos invaden como una epidemia alegre. Como si nos propusiéramos conscientemente a olvidar, al menos por un rato, todas las calamidades y tragedias que cayeron como hachazos homicidas y fríos sobre la ciudad y el Departamento. Yo, personalmente, he caído dentro del torbellino. Nietos, festejos, paseos, corridas, trancones, apretujones para comprar lo de última hora. Sí, caigo en picada. Y me gusta.Borro de un plumazo dolores y angustias. Me sumerjo en el bullicio, pito en los trancones y ando a trancazos, como si me fuera a dejar algún tren. Es una forma de sentirme viva. Sentir el pulso a mil y la impaciencia de no llegar a todo.Atrás quedan por unos días, ese dolor lacerante del alma por los amigos que se fueron para siempre. El pasado irrecuperable y los momentos idos y borrosos en el tiempo. Estos días los incorporo a mi yo de tiempo completo, y me sirven, curioso pero cierto, para meter bálsamos suaves en el alma. La bulla me ayuda a silenciarme por dentro. Los corre-corre a aquietar el espíritu, las reuniones sociales a quedarme callada conmigo misma. Y así me voy llenando de energía para el 12, año fatal según los mayas, pero año en que me gusta el número, y le tengo ganas y le tengo ilusión.La próxima columna será el próximo año. Ya veremos en los almanaques un doce gordito y bien delineado, no un once escuálido y traicionero, que en muchos aspectos prefiero olvidar. De corazón les deseo la paz, el amor, la tolerancia. Que los abrazos sean más numerosos que las agresiones. Que nos aprendamos a querer. Querámoslo o no, todos somos hermanos, hechos de la misma tierra y amasados con el mismo barro. Tierra y barro en que volveremos a convertirnos, querámoslo o no. Somos un instante en el cosmos. Hagamos de ese instante una luz brillante y no una nube opaca. Feliz Año. De verdad.

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