Cali de rumba
Ya el Niño llegó. Papá Nóel también. Papás, amigos, tíos, hermanos intercambiaron...
Ya el Niño llegó. Papá Nóel también. Papás, amigos, tíos, hermanos intercambiaron los regalos. El amigo secreto se lució. Ya el sabor de natilla y la torta de pastores son recuerdos. Pero están por llegar las campanas que despiden el 2011 y le dan su bienvenida al 12. Mientras tanto Cali se olvida de sus tragedias y rumbea. La salsa suena en todos los rincones. Conciertos, desfiles, bullicio, luces de bengala manejadas por manos expertas y pólvora ilegal.Por unos días el frenesí, la adrenalina, el pulso acelerado y el corre corre nos invaden como una epidemia alegre. Como si nos propusiéramos conscientemente a olvidar, al menos por un rato, todas las calamidades y tragedias que cayeron como hachazos homicidas y fríos sobre la ciudad y el Departamento. Yo, personalmente, he caído dentro del torbellino. Nietos, festejos, paseos, corridas, trancones, apretujones para comprar lo de última hora. Sí, caigo en picada. Y me gusta.Borro de un plumazo dolores y angustias. Me sumerjo en el bullicio, pito en los trancones y ando a trancazos, como si me fuera a dejar algún tren. Es una forma de sentirme viva. Sentir el pulso a mil y la impaciencia de no llegar a todo.Atrás quedan por unos días, ese dolor lacerante del alma por los amigos que se fueron para siempre. El pasado irrecuperable y los momentos idos y borrosos en el tiempo. Estos días los incorporo a mi yo de tiempo completo, y me sirven, curioso pero cierto, para meter bálsamos suaves en el alma. La bulla me ayuda a silenciarme por dentro. Los corre-corre a aquietar el espíritu, las reuniones sociales a quedarme callada conmigo misma. Y así me voy llenando de energía para el 12, año fatal según los mayas, pero año en que me gusta el número, y le tengo ganas y le tengo ilusión.La próxima columna será el próximo año. Ya veremos en los almanaques un doce gordito y bien delineado, no un once escuálido y traicionero, que en muchos aspectos prefiero olvidar. De corazón les deseo la paz, el amor, la tolerancia. Que los abrazos sean más numerosos que las agresiones. Que nos aprendamos a querer. Querámoslo o no, todos somos hermanos, hechos de la misma tierra y amasados con el mismo barro. Tierra y barro en que volveremos a convertirnos, querámoslo o no. Somos un instante en el cosmos. Hagamos de ese instante una luz brillante y no una nube opaca. Feliz Año. De verdad.