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Yo soy un pecador

En agosto del año pasado, el jesuita Antonio Spadaro hizo una famosa...

29 de junio de 2014 Por: Arquidiócesis de Cali

En agosto del año pasado, el jesuita Antonio Spadaro hizo una famosa entrevista al Papa Francisco y comenzó con esta pregunta: ¿Quién es Jorge Mario Bergoglio? El Papa, dice el entrevistador, pensó un momento y dijo: “Yo soy un pecador en quien el señor ha puesto los ojos”.Sin duda que muchos otros sucesores de Pedro han sido conscientes de sus faltas y de sus debilidades pero el actual Obispo de Roma lo dice expresamente y encima pide que recen por él. Curiosamente en la fiesta litúrgica, que hoy 29 de junio celebra la Iglesia, se proclama un pasaje del Evangelio de san Mateo en el que Jesús de Nazaret pregunta a sus discípulos ¿y ustedes quién dicen que soy yo? En nombre de todos responde Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. A renglón seguido se habla de la Iglesia y de que el poder de la muerte no prevalecerá sobre ella. Quien confiesa al Hijo de Dios, como es el caso de Pedro, no lo hace sólo para sí, sino como apoyo para los demás. Y la Iglesia es aquí el conjunto de quienes creen a raíz del testimonio de Pedro. Pero el asunto es todavía más profundo. Tampoco Jesús, como Hijo de Dios, es, un fin en sí mismo. El Padre no ha elegido al Hijo sólo para sí, sino porque en cuanto Padre, Hijo y Espíritu Santo, quiere convivir en medio de un pueblo. “Quiero ser su padre, y ellos serán mis hijos, quiero ser su Dios, y ellos serán mi pueblo; quiero habitar en medio de ellos”. Así dice la fórmula de la Alianza del Antiguo Testamento. Es algo maravilloso, no se trata sólo de conversión (volverse a Dios), es Dios mismo quien quiere vivir en medio nuestro, permanecer entre nosotros. Por eso la Iglesia es el espacio de la vida sobre el que la muerte no puede triunfar, porque se trata de la morada del Dios vivo, porque participa de la vitalidad de Cristo, vencedor de la muerte, y esa victoria se irradia en la Iglesia y a quienes son parte de ella. Como la mítica pareja de hermanos, Rómulo y Remo, a los que se les reconocía como fundadores de Roma, así también Pedro y Pablo fueron considerados fundadores de la Iglesia de Roma, fueron testigos de Cristo, su martirio, su sangre, no clama venganza, sino que reconcilia porque es fuerza del amor que supera odios y violencias. Celebramos algo más que el “día de las macetas”, celebramos que Cristo, Redentor de todos, sigue presente en medio nuestro a través de la Iglesia que es santa y pecadora como el Papa Francisco se define a sí mismo, un pecador en quien Dios ha puesto los ojos.

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