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Un abogado divino

En el evangelio de San Juan que hoy se proclama en los templos, se habla del ‘paráclito’, término griego, significa el que acompaña, asiste, ayuda, sostiene, aconseja, intercede, el que anima e ilumina el caminar de los creyentes.

21 de mayo de 2017 Por: Arquidiócesis de Cali

La comunidad creyente se reúne semanalmente para la gran fiesta de la pascua, el triunfo de la vida sobre la muerte. Celebra, canta, alaba, da gracias, escucha la palabra, comparte los bienes con los necesitados y anuncia hacia afuera una buena noticia: que la vida tiene sentido, que el mal no tiene la última palabra, que la comunidad, solidaria en las buenas y en las malas vive de una presencia, de una certeza inconmovible: El Espíritu de Dios que levanta de la muerte está presente en la comunidad, la asiste.

En el evangelio de San Juan que hoy se proclama en los templos, se habla del ‘paráclito’, término griego, significa el que acompaña, asiste, ayuda, sostiene, aconseja, intercede, el que anima e ilumina el caminar de los creyentes. La comunidad que cree no está sola, no está huérfana, tiene un abogado divino.

Para los creyentes el Espíritu Santo es Dios que sale a nuestro encuentro, Él es el Creador de la belleza natural, pero también creemos que Él es el autor de la nueva creación, el hombre y la mujer nuevos, liberados de todo egoísmo, de todo interés, de todo afán de poder, de toda destrucción. También creemos que el Espíritu Santo es quien ilumina y santifica y obra lo que nosotros no podemos hacer: amar, respetar al otro, cuidar la naturaleza (San Francisco), buscar la unidad en la diversidad, crear espacios nuevos, dejar la intolerancia, aceptar al que no piensa como yo. Y encima, el Espíritu Santo regala algo que hoy es muy escaso: la alegría. La alegría de sabernos amados y queridos por Dios tal como somos, invitados a salir de nosotros mismos, a mirar más allá de nuestras narices, a ofrecer un culto personal, vivo, agradable a Dios.

En ese gran documento del Papa Francisco sobre “La alegría del Evangelio”, afirmaba él que “una evangelización con espíritu es muy diferente de un conjunto de tareas vividas como una obligación pesada que simplemente se tolera, o se sobrelleva como algo que contradice las propias inclinaciones y deseos. Cómo quisiera encontrar las palabras para alentar una etapa evangelizadora más fervorosa, alegre, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa. Pero sé que ninguna motivación será suficiente si no arde en los corazones el fuego del Espíritu” (n. 261). Palabras para meditar hoy.

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