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Servidores de los pobres

Continuamente repite el papa Francisco que si queremos encontrar a Cristo, “es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía”.

19 de noviembre de 2017 Por: Arquidiócesis de Cali

Por: Germán Martínez R. Pbro., vicario episcopal para la Educación

Se celebra hoy la Primera Jornada Mundial de los Pobres, creada por el papa Francisco. Dice él que “Esta Jornada tiene como objetivo, en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Al mismo tiempo, la invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad. Dios creó el cielo y la tierra para todos; son los hombres, por desgracia, quienes han levantado fronteras, muros y vallas, traicionando el don original destinado a la humanidad sin exclusión alguna”.

Toda persona, con plata o sin ella, docta o ignorante, así viva en un palacio o en una cabaña, es una persona pobre, es decir, llena de carencias, confusiones, torpezas, un ser en el mundo para la muerte como decían los famosos existencialistas. Esa es la pobreza radical que todos tenemos. Pero existe también otra realidad tal vez más dura: la existencia de muchos, muchísimos, que no tienen acceso al alimento, a la propiedad, al vestido, a la salud, a la cultura, al dinero, a las esferas de decisión. Son los despojados por los mismos hombres que ávidos de todo y negándose a toda solidaridad se encierran en su egoísmo, ignoran a sus semejantes, acaparan los bienes e impiden la participación. Y según el Evangelio, existe también una pobreza de espíritu, es una opción, una elección de aquellos que viven en Dios, viven de Dios y viven para Dios.

La pobreza de espíritu, en lugar de carencia es un don de Dios, gratuitamente recibido. Para la conciencia cristiana, la pobreza radical, propia de cada persona, es una pobreza limpia e inocente, nacida del grado de realidad en que existe cada uno. La pobreza social, generada por el acaparamiento egoísta y destructor, es invitación a luchar siempre contra esa inmensa injusticia, no para “llenar de cosas a los pobres”, sino para luchar por la recuperación de la identidad y la dignidad de los pobres, imagen de Cristo pobre que viviendo como persona pobre anunció los valores auténticamente humanos y denunció los falsos valores que deshumanizan y destruyen a la persona.

Continuamente repite el papa Francisco que si queremos encontrar a Cristo, “es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía”.

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