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Qué tipo de terreno somos para Dios

La liturgia dominical pone la famosísima parábola del Sembrador en la que Jesús compara la actitud que las personas podemos tener ante su mensaje, con las diferentes condiciones de terrenos para permitir que una semilla germine.

12 de julio de 2020 Por: Arquidiócesis de Cali

La liturgia dominical pone la famosísima parábola del Sembrador en la que Jesús compara la actitud que las personas podemos tener ante su mensaje, con las diferentes condiciones de terrenos para permitir que una semilla germine.

El domingo anterior Jesús nos invitaba a aprender de Él, entre otras cosas, a ser humildes.

Ambas cosas tienen estrecha relación. Desde el punto de vista etimológico, la palabra humildad viene del latín humilitas y esta a su vez, de la raíz humus, que no es otra cosa que la capa más fértil de la tierra.
Humildad, implica ser despojados de todo tipo de obstáculos que impidan que la Buena Nueva germine y haga vida en nosotros.

Se puede decir, entonces que para que esta semilla de la cual nos habla hoy Jesús -que no es otra cosa que su misma enseñanza-, “caiga prendida”, debemos empezar por ser más humildes (en su sentido etimológico); esto es, estar dispuestos para permitir a esa semilla encarnarse en nosotros.

Y precisamente, se dice mucho que una de las cosas que nos ha enseñado esta crisis que vivimos por el Covid-19, es a ser más humildes. Los seres humanos estábamos demasiado seguros de nosotros mismos y teníamos el corazón y la mente llenos de muchas cosas. La pandemia nos ha obligado a despojarnos y a descubrir el valor de lo realmente necesario.

Pues debemos reconocer que Dios y nuestra relación con Él es una verdadera necesidad. Cuando se tiene el patrimonio de la fe y una relación firme con Dios, no hay crisis que pueda destruirnos o ensombrecer el presente y el futuro con incertidumbres, desolación emocional o espiritual.

Ese terreno que somos nosotros estaba muy lleno por las ‘piedras’ y ‘malezas’ de las falsas seguridades y los apegos a cosas no esenciales. Y en esas condiciones no teníamos la debida actitud para dejar que la buena semilla que Dios nos ofrece con su Palabra pudiera echar raíz.

Es este, pues, un excelente momento para cultivar esa virtud de la humildad, para liberar nuestro ‘terreno’ interior de los obstáculos y abrirle espacio a Jesús que quiere llenar de sentido nuestras vidas con su Buena Nueva. Y dejándola germinar, esa Palabra de Vida nos fortalecerá para resistir esta y tantas tormentas que deberemos enfrentar a lo largo de la existencia.

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