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Qué es la fe

Dios es quien nos regala la fe como don, y esta brota de un corazón humilde, sencillo y sobre todo agradecido y pleno de esperanza

6 de octubre de 2019 Por: Vicky Perea García

Por: monseñor José Alejandro Castaño Arbeláez, obispo de Cartago

¿Cuántas veces hemos escuchado: yo no tengo fe; ¿Para que sirve la fe si...? Y a continuación se encadenan todos los sucesos negativos de la vida: no consigo trabajo, todo me sale mal, por más que pido y soy bueno no tengo suerte, y otros muchos que podríamos enumerar. Quien así piensa no solo confunde el verdadero sentido de la fe, sino que pretende hacer de Dios y del destino su patrón de fe, comenzando por un concepto equivoco.

En el evangelio de hoy, los apóstoles piden a Jesús: “Señor, auméntanos la fe” y la respuesta mas sencilla y contundente es la comparación con el mas ínfimo y diminuto de la semilla del grano de mostaza para poder llegar a la verdadera enseñanza: Dios es quien nos regala la fe como don, y esta brota de un corazón humilde, sencillo y sobre todo agradecido y pleno de esperanza.

En el mundo moderno el hombre que ha logrado grandes avances de orden científico, de bienestar, de cambios profundos no obstante a disminuido en el sentido de la fe, así lo afirma la iglesia en la constitución del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia y el mundo moderno.

Las realidades propias de la condición humana cuando no llegan al final feliz que todos pretendemos no pueden confundirse con el verdadero sentido de la fe, no tiene mas dinero como fruto de su fe quien ora día y noche, seria una especie de simonía, es decir, se compraría la fe por cantidades según el dinero invertido.

¡Para poder entender el verdadero sentido de la fe hay que subir un poco de las limitaciones propias de nuestra condición humana; por ello certeramente afirma San Agustín: “Cuando las congojas de los sufrimientos levanten el oleaje del alma, se excite la fe que allí dormita. Cuando Cristo se echó a dormir en el mar este se hallaba tranquilo, pero al dormirse Jesús se levanto la tempestad y comenzaron a peligrar los navegantes. Luego en el corazón cristiano habrá sosiego y paz mientras está alerta nuestra fe; pero si se duerme comenzamos a peligrar”. Porque además afirma el mismo santo: “La fe no puede obrar bien sino es por el amor… Quien te llamó a la fe no te dejo a la deriva; porque, si te ordenó creer lo que no puedes ver, no te dejó sin ver nada que no puedas creer lo que tus ojos no ven, cree lo que no ves para que creyendo y amando veas lo debes ver.

Los cristianos de los primeros años creyeron, como fundamento en las mismas realidades de los creyentes de hoy: en las palabras del Señor Jesús y en el hecho glorioso de su resurrección; es decir, no vieron resucitar a Jesús y creyeron, igual que nosotros hoy.

Cuantos en el mundo moderno confunden la fe con bonanza material y cuantas veces pierden estas y no consiguen la fe.

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