Nos guía la fe
Cómo olvidar que la fe es un don de Dios, que es...
Cómo olvidar que la fe es un don de Dios, que es un regalo esplendido de aquel Padre misericordioso que por amor nos crea y en la esperanza nos regala el mayor deseo de nuestra condición cristiana: ser transformados en sus hijos para participar así de su Reino.Han cambiado los tiempos, no la fe; así se expresaba el gran padre y doctor de la Iglesia Agustín de Hipona en su Iglesia del norte de África, donde fue hecho primero sacerdote y luego Obispo después de su conversión a la fe y al cristianismo.Que gran realidad la que nos ha tocado vivir en esta época de la historia: grandes descubrimientos y enormes avances de la tecnología en favor de casi todas las ciencias: el mundo de las comunicaciones es hoy -con relación a un pasado reciente -, inimaginable, es decir, ha cambiado para siempre el concepto de la telefonía, de las posibilidades mercantiles y comerciales, de las distancias, incluso de las relaciones interpersonales; hablamos del mundo como una aldea, sin límites y con todas las posibilidades.Así pues, los cambios de los tiempos han pretendido cambiar también la fe, cuantos afirman: ¡no creo en nada, no tengo fe! En verdad no es del todo cierta esta expresión pues, en el fondo es creer en otras cosas o principios que el mundo de hoy propone como ciertos, evidentes y del todo gratificantes.La comparación de Jesús en el evangelio de hoy acorde con lo anunciado por el profeta se hace plenitud en El mismo que es a su vez eterno y temporal, hombre y Dios que en su omnipotencia sí puede hacer lo que el hombre no puede aunque lo pretenda: yo, el Señor, derribo el árbol empinado y hago crecer la planta humilde; seco el árbol verde y hago reverdecer el árbol seco. Yo, el Señor lo digo y lo hago (Ezequiel).