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No hay felicidad si no hay fe

Aunque nos cueste aceptarlo: no hay felicidad si no hay fe. ...

23 de diciembre de 2012 Por: Arquidiócesis de Cali

Aunque nos cueste aceptarlo: no hay felicidad si no hay fe. Nadie duda que todos tenemos momentos felices; pero, felicidad, la verdadera, la que anhelamos de corazón, aquella que no sea pasajera sino que sea la nota distintiva de nuestra vida, sólo la podemos alcanzar por la fe. Por una razón sencilla: Dios es la fuente de la felicidad, así como de todo don perfecto.Mañana celebraremos la Nochebuena; es decir, la Noche santa en la que nació el Hijo de Dios, quien vino a traernos, con su vida, los dones celestiales, aquellos que solos jamás podríamos alcanzar. Él mismo nos lo dirá: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Si por nuestro propio esfuerzo pudiéramos alcanzarlos, Jesús jamás se hubiera encarnado. Pero lo hizo para que, creyendo en Él, podamos tener su vida, sus dones, la vida eterna. Justo en este cuarto domingo de Adviento, la liturgia nos pide que dirijamos nuestro corazón hacia la Virgen María. Ella que, ante el anuncio del Ángel Gabriel de que sería la Madre de Dios, no dudó en decir: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según su Palabra”, y recibió de Santa Isabel una alabanza inspirada por el Espíritu Santo: “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. La fe de María es la que la hace feliz, dichosa, bienaventurada. Su fe no fue racional, nacida de una comprensión completa de las palabras del ángel; su fe fue vivencial, nacida del amor y de la confianza en Dios. Así es la fe verdadera, que mueve montañas, hace milagros, la que nos da la verdadera felicidad.Pidámosle al Señor el regalo que nadie más podrá darnos: el de una fe grande en Él. Y que sea en esa Fe en la que busquemos afianzar nuestra felicidad y alegría, y no en cuestiones puramente humanas, las cuales no nos dejarán más que alegrías pasajeras.

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