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La alegría de vivir en Cristo

El camino de Jesús persigue también la plenitud, el placer, la abundancia, el éxito, la felicidad, el amor, la vida sin límites, la gran fiesta, pero saliendo de sí mismo.

2 de mayo de 2021 Por: Vicky Perea García

Por: Germán Martínez Rodas, pbro., vicario episcopal para la Educación

Entre los prejuicios muy arraigados contra el cristianismo está la afirmación de que en él sólo hay personas avinagradas y, sobre todo, ausencia de placer, erotismo y humor. Pues el evangelio dice lo contrario: “comilón y borracho” llamaron a Jesús, “amigo de publicanos y pecadores” (Mateo 11, 19). El mismo Jesús no tiene intención de negar esos calificativos, es más, en la Liturgia de la Palabra que resuena este quinto domingo de Pascua Jesús afirma de sí mismo que es “la vid verdadera”, habla del protagonista principal, el labrador (se refiere a Dios padre), que es quien poda, arranca y tira los sarmientos que no dan fruto (los sarmientos son los creyentes, algunos deciden mantenerse unidos a la vid, y dan fruto abundante. Otros deciden independizarse, cortan la relación con la vida, y dejan de dar fruto).

La enseñanza es profunda: La adhesión vital del creyente a Cristo e
s esencial para la fecundidad de los frutos. No es casual que en el pasaje de hoy se repita cinco veces la expresión “permanecer en mí”. Sin la unión íntima con Cristo, nuestra fe no puede sobrevivir. Si el creyente se separa de Jesús, se condena a la perdición ya en esta vida. El sarmiento seco simboliza el misterio del ser humano que se opone a la vida y al amor, prefiriendo la tiniebla a la luz; san Agustín lo decía con juego de palabras en latín: aut vitis aut ignis, es decir, o la vid o el fuego (comentario a san Juan 81,3).

Según la ‘doctrina de los doce apóstoles’, conocida como la Didajé, escrita hacia los años 60 después de Cristo, la comunidad rezaba sobre la copa de vino en la celebración de la Eucaristía con estas palabras: “Te damos gracias, Padre nuestro, por el Mesías. Él es la vida santa de la estirpe del rey David”. Cristo mismo se da a sus seguidores, existe para sus seguidores.

De igual manera hoy, 2021, los creyentes dan fruto no viviendo para sí mismos sino produciendo frutos de paz, reconciliación, solidaridad, entrega verdadera. Sin embargo, no podemos olvidar que, aunque el vino es sinónimo de alegría mesiánica, su fundamento está en el acontecimiento de la cruz. La alegría de vivir de Jesús integra el sufrimiento, incluye la muerte, hace que la sangre y las lágrimas que, por regla general, ahogamos en alcohol se diluyan en el vino entregado, la sangre derramada de Cristo. El camino de Jesús persigue también la plenitud, el placer, la abundancia, el éxito, la felicidad, el amor, la vida sin límites, la gran fiesta, pero saliendo de sí mismo. Uno es feliz cuando está volcado enteramente en lo que hace y no piensa en las musarañas, eso acontece en el amor, que supone estar por completo en el otro. Eso es dar fruto verdadero.

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