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Gracias, papa Francisco

La presencia generosa del papa Francisco, su palabra iluminadora y directa basada en la Palabra de Dios, sus gestos de caridad con todas las gentes, han sido para todos nosotros un bálsamo cicatrizante que necesitábamos en esta coyuntura de la historia de nuestro querido pueblo colombiano.

17 de septiembre de 2017 Por: Arquidiócesis de Cali

La presencia generosa del papa Francisco, su palabra iluminadora y directa basada en la Palabra de Dios, sus gestos de caridad con todas las gentes, han sido para todos nosotros un bálsamo cicatrizante que necesitábamos en esta coyuntura de la historia de nuestro querido pueblo colombiano.

Una cosa es verlo en Roma y otra cosa es verlo y sentirlo pisando nuestra geografía colombiana y saludando con su sonrisa de pastor comprometido la calidez y el entusiasmo de las gentes que salimos a recibir la visita del vicario de Cristo, sucesor de Pedro, obispo de Roma.

El inicio de su misión apostólica por Bogotá fue a mí parecer extraordinario. A nosotros los obispos nos recordó que somos ante todo pastores y no administradores, somos misioneros de Jesús para todas las gentes a quienes debemos siempre acompañar tocando la carne sufriente de Cristo en los pobres para ayudarles a salir de su marginalidad.

En Villavicencio tanto en la Eucaristía como en la celebración de la reconciliación, frente al Cristo de Bojayá, nos habló a partir del testimonio conmovedor de las víctimas sobre cuáles son las estrategias para construir la paz en nuestra tierra Colombiana. La verdad, la reconciliación, la reparación de las víctimas, la justicia y el perdón como Cristo nos ha enseñado.

Precisamente el evangelio de este domingo nos presenta un diálogo entre Pedro y Jesús que nos viene muy bien para iluminar la enseñanza del Papa. “Se acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a un hermano que me haga algún daño? ¿Hasta siete veces? Jesús le respondió: No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” Mateo 18, 21-35.

Medellín fue dedicado a las vocaciones sacerdotales, religiosas, consagradas, misioneras y a sus familias. Indudablemente el testimonio es lo que atrae a cualquier persona para que sea discípulo misionero de Jesús. Es muy importante “callejear la fe, callejear la vida” La insistencia en la recta intención de la respuesta a las vocaciones fue otro acento del Papa para nosotros en este momento crucial de nuestro ministerio sacerdotal.

Cartagena fue como una corona con el tema de los derechos humanos y la dignidad de cada persona. La denuncia y condena al narcotráfico fueron contundentes y creo que fue una voz profética para que los colombianos no sigamos soportando pasivamente unas estructuras de pecado que nos han hecho mucho mal.

Gracias papa Francisco por este valioso paso de tu persona por Colombia. Queremos no solo dar el primer paso sino muchos más que nos ayuden a todos a vivir en una nueva Colombia más comprometida con la reconciliación y la paz.

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