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Entre los Herodes y los faraones

La imagen de José, con María y el recién nacido Jesús, pasa de la quietud del pesebre de Belén, al ir y volver de los perseguidos y emigrantes forzosos, de los desplazados.

29 de diciembre de 2019 Por: Arquidiócesis de Cali

La imagen de José, con María y el recién nacido Jesús, pasa de la quietud del pesebre de Belén, al ir y volver de los perseguidos y emigrantes forzosos, de los desplazados.

Salvaguardar la unidad interior y cotidiana del hogar es tarea que asumen Dios, a través de su Ángel, y José, el humilde y justo esposo de María, el Padre adoptante de Jesús y Patriarca que cuida ‘la familia de Dios’ en las tierras de los Herodes y los Faraones.

Entre los Herodes que idolatran su poder, contra todo valor y principio, y los faraones que imponen el más cruel y despiadado control demográfico, los fundamentos de la familia quedan vueltos añicos: ni identidad de género, ni pareja hombre-mujer, ni alianza esponsal, quizás ni acuerdo contractual alguno, ni procreación e hijos(as), solo mascotas, ni ‘patria’ y arraigo, ni cultura y estabilidad familiar.

A la familia la volvieron amenaza para el capitalismo a ultranza e inhumano y la sacrificaron en aras del megamercado del sexo sin límites y del neocolonialismo de los modelos económicos.

Sobrevivir entre el Egipto de la esclavitud sin hijos y la Palestina de los caprichosos tiranos sin dinastía, puestos por el Imperio, es el desafío de esa ‘célula original’ que el Dios de Jesucristo convirtió en ícono de la Trinidad, en triángulo del Amor Divino, encarnado en el mapa de la diversidad y unidad humana: esposos, padres, hijos, hermanos, familias. Así, en el plural, que erradica todo egocentrismo. En el ‘fámulos tuos’, ‘servidores tuyos’, (etimología de familia), del Dios Amor, ‘Padre de toda familia’ en Cielo y Tierra.

Pero el ‘canto de victoria’ anti demográfica, de una Europa sin procreación, anciana y con mascotas, de una América gringa opulenta y acumuladora, de gobiernos coloniales aquí y allá, se convirtió en ley natural de compensación demográfica, con multitudes de inmigrantes allá y aquí.

Europa tiene nuevas familias: las de sus colonias, sobre todo africanas y asiáticas. Y América (USA), tiene que levantar muros y bloqueos sobre México, Centro, Caribe y Sur América. O qué importar familias como Canadá. Y la ‘profamilia’ de la colonia colombiana, como las de otros vecinos, tiene que sumar, de improviso, cientos de miles de niños venezolanos nacionalizados y varios millones de ‘nuevos habitantes’.

¿Seremos capaces de refundar la humanidad con familias que escapen a los actuales Faraones y Herodes? ¿Seremos capaces de acoger a los migrantes y proteger la vida en gestación e infancia? ¿Seremos capaces de abolir el aborto, la guerra, las armas, la violencia homicida y la eutanasia?

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