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El triunfo de la vida

Sí, también hoy, 29 de marzo, se oye el grito de los que sufren y a la vez escuchamos las palabras de esperanza pascual y de vida

29 de marzo de 2020 Por: Arquidiócesis de Cali

Por: Presbítero Germán Martínez R., vicario episcopal para la educación

Cuaresma, cuarentena, cercana ya la Semana Santa. Hoy, 29 de marzo, resonará en tu casa un pasaje del Evangelio de Juan: La resurrección de Lázaro. Seguramente lo conoces porque allí, para sorpresa de muchos, se dice que “Jesús lloró” (Juan 11, 35).

Todo el capítulo 11 del evangelio de Juan es una catequesis, es decir, una instrucción sobre la Vida, así, con mayúscula, porque hace referencia a la vida eterna, la vida verdadera, la que empieza aquí con el Bautismo y tiene su consumación en el encuentro definitivo con Dios.

Ya en los domingos pasados (15 y 22 de marzo) había resonado el soy yo el que habla contigo (el Ungido de Dios), en el diálogo con la samaritana, luego, en el pasaje del ciego de nacimiento escuchamos el “yo soy la luz del mundo”. Y hoy, Jesús mismo es quien afirma “yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque muera, seguirá viviendo; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás”.

No es una broma de mal gusto en ‘tiempos del coronavirus’, es la certeza firme que se hace presente en boca de una mujer, Marta: “Sí, Señor, yo creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo” (Juan 11, 27). En el prefacio de este domingo 29 (la oración que eleva el sacerdote para dar gracias a Dios antes de la consagración) se dice que “Cristo, además de resucitar a Lázaro como Señor de la vida, ahora extiende su compasión a todas las personas y por medio de sus sacramentos los restaura a una vida nueva”.

Sí, también hoy, 29 de marzo, se oye el grito de los que sufren y a la vez escuchamos las palabras de esperanza pascual y de vida que Jesús pronuncia ante la tumba de su amigo Lázaro. Dios quiere abrir sepulcros: “Ven afuera… desátenlo y déjenlo andar”. Lázaro es una figura anticipada del mismo Jesús que dentro de unos días saldrá victorioso del sepulcro, liberado, para siempre, de las ataduras de la muerte (mientras que Lázaro resucitó sólo para un tiempo).

También nosotros, desde nuestras casas, escuchando la Palabra en familia, orando en familia, uniéndonos a muchas celebraciones por los medios modernos, estamos invitados a abandonar nuestros sepulcros, con la fuerza de Cristo resucitado, él es camino, verdad y vida, en él experimentamos la Vida que no acaba con nuestra muerte biológica.

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