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El año de San José

San José, es llamado padre adoptivo o putativo de Jesús -de ahí le viene su grandeza- porque acogió a un hijo que no era suyo, que él no había engendrado y lo cuidó como si fuera propio.

24 de enero de 2021 Por: Vicky Perea García

Por: monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de Buenaventura

El Santo Padre Francisco ha declarado el año de San José, con la Carta Apostólica Patris Corde (con corazón de padre), en el 150° aniversario de la declaración de san José como Patrono de la Iglesia Universal.

Para un mundo tan preocupado por el Covid-19 y sus nefastas consecuencias, se propone un modelo de ser humano en el padre adoptivo de Jesús. Pero, ¿qué tiene este personaje para ser declarado patrono de la Iglesia?

San José, es llamado padre adoptivo o putativo de Jesús -de ahí le viene su grandeza- porque acogió a un hijo que no era suyo, que él no había engendrado y lo cuidó como si fuera propio. Todo porque entendió, por la claridad que le dio el Ángel, que esta era una obra de Dios y no suya, esta es la gran enseñanza que este Santo nos ha dejado. Ojalá nuestros gobernantes tuvieran esa iluminación divina para entender que están allí para hacer la voluntad de Dios y no para destruir con palabras y hechos, las realizaciones de sus antecesores; ojalá esto lo entendiéramos todos aquellos que hemos recibido un encargo que otros han sudado y se han fatigado tratando de hacer lo mejor posible por el desarrollo de muchas instituciones, aún con desaciertos.

San José acogió al niño comprendiendo que tenía una misión grande para la salvación del mundo. Fue capaz de ver en ese pequeño la grandeza del Dios potente del antiguo testamento. Otra gran enseñanza de que nos da San José es poder ver en los demás la presencia de Dios y tratarlos como lo que son. Esto nos llevaría al respeto, cuidado y ayuda mutua. Ver en los demás solo personas peligrosas que nos pueden quitar lo que hemos cosechado, nos lleva a defendernos y a agredir a los otros como enemigos.

San José es el carpintero honesto y juicioso que vela por su familia. Siempre está en su taller y en la transmisión de fe a su hijo (porque Jesús aprendió a tomar conciencia de su identidad y misión). No abandonó la obra que Dios inició en él, no tiró la toalla, no se quejó y no renunció al plan de Dios, muchas veces no entendió y quizá no compartió muchas pruebas. Sin embargo, se mantuvo firme en la obra de Dios y por eso hoy es nuestro modelo. Estamos faltos de personas que tengan la mentalidad abierta de San José, que acojan las obras que otros han iniciado, que sean justos con sus empleados y con su familia, que sean silenciosos, pero eficaces para hacer las tareas correctamente, que amen a Jesús y a la Santísima Virgen María para que de esta manera podamos seguir ese modelo que el mismo Dios nos ha dejado a todos los seres humanos que habitamos este planeta.

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