De pie en medio de catástrofes
Todo es catástrofe sin Dios. Es una frase de Ionesco, el dramaturgo...
Todo es catástrofe sin Dios. Es una frase de Ionesco, el dramaturgo francés del siglo pasado (1912-1994). Por eso la última palabra de la historia la tiene Dios y no las catástrofes humanas, naturales y culturales. El mundo, incluso, podrá tener su final. Pero más que ello, es la finalidad del Amor de Dios que se hizo mundo y carne, naturaleza e historia. Esa finalidad es la que tenemos que testimoniar, transmitir y plasmar en ellos, en la naturaleza y la historia, nosotros los creyentes. Mientras más crezca la finalidad, es decir, el verdadero sentido del mundo y de nuestra existencia, menor será el riesgo de destrucción y final, de apocalipsis universal. Mientras subsista en el mundo la esperanza de la victoria del Crucificado sobre la muerte, mal biológico que amenaza con absorberse la dimensión espiritual y ética de nuestras vidas, toda catástrofe será relativa y estará destinada a hacer crecer y madurar la fe. Nos está hiriendo duramente la capacidad destructiva y mortífera de las personas sin finalidad, sin horizonte eterno, sin el Amor de Dios y la semilla de la resurrección en sus conciencias, dominadas absolutamente por intereses tenebrosos y por la seducción de matar, de llevar esas prótesis letales que llamamos armas y que deshumanizan y alienan la vida social, la relación inter-humana y el trabajo creador. Muertes, masacres, sangre que hiere la tierra y profana los espacios humanos, se vuelven cotidianidad catastrófica. La obsesión por la seguridad armada nos vuelve más débiles y vulnerables. Pero la Palabra nos dice hoy que nos calienta e ilumina el Sol de justicia que lleva la salud en las alas (Malaquías 4,2). Que la fe, el amor y el trabajo son inseparables frutos de una vida fundada en la esperanza. Que las tragedias no nos conviertan en predicadores de catástrofes y ministros del miedo. Que si estos pululan, ¡cuidadito con dejarse engañar por ellos!, no vayan tras ellos, no tengan pánico, no se dediquen a su auto-defensa, su perseverancia en la verdadera fe salvará sus almas. Es el manual de comportamiento que nos da Jesús para este tipo de tiempos. Es hora de retomarlo con absoluta certeza y con firmeza inconmovible.