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Comensales de Cristo, pan de Vida

Los seres vivos, y en especial la raza humana, no...

16 de agosto de 2015 Por: Arquidiócesis de Cali

Los seres vivos, y en especial la raza humana, no pueden vivir sin comer ni beber. Hay que comer para vivir.Cada día los organismos vivos necesitan renovar sus fuerzas, sus energías y estas se recuperan comiendo y bebiendo cada día.De igual manera, la vida espiritual de los discípulos y discípulas de Cristo necesita de un alimento adecuado y conveniente.En la Buena Nueva del Evangelio, Jesús de Nazaret se proclama a sí mismo “Pan vivo bajado del cielo y el que coma de este pan vivirá para siempre”.Hoy los especialistas en nutrición afirman que la calidad de vida está en relación con la clase de alimento que se come. Del régimen alimenticio que se tenga, depende el gozar de una buena salud física y mental.Muchos discípulos y discípulas de Cristo no han comprendido ni han tenido la experiencia de lo importante que es comer el Pan de vida que es Cristo para tener verdadera y real vida eterna desde la tierra.En el Capítulo 6 del Evangelio de San Juan hay dos afirmaciones que, de sí mismo, hace Jesús de Nazaret. La primera es: “Quien cree en mí, tiene vida eterna” y la segunda tan importante como la primera es: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”.El alimento que lleva a la verdadera sabiduría es el alimento de la comunión con Dios, que se materializa y concreta de manera plena en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que se ofrece como comida y bebida espiritual a los discípulos y discípulas del Señor.Hombres y mujeres creyentes pueden ser felices solo en la comunión con Dios y esta será plena en la apertura total a Cristo, que nos pide a la vez creer en Él y comer su cuerpo y beber su sangre, para vivir para siempre, más allá de la vida terrena y pasajera.Que no nos escandalice la insistencia de Cristo de participar en el Banquete de la Palabra y en el Banquete de la Eucaristía siendo sus comensales asiduos. Es la manera de vivir para siempre.

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