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Colmada de gracia

Para los creyentes coinciden hoy dos fiestas litúrgicas: La solemnidad de la...

8 de diciembre de 2013 Por: Arquidiócesis de Cali

Para los creyentes coinciden hoy dos fiestas litúrgicas: La solemnidad de la Inmaculada y el segundo Domingo de Adviento. Para la sociedad es la ‘inauguración oficial’ de alumbrados, festones, adornos navideños, clima de fin de año, etc. Desde todos los ángulos diciembre es fiesta. Algo recordamos, algo añoramos, algo celebramos. En clave creyente una muejr, María de Nazaret, enseña varias cosas: En primer lugar, ella nos recuerda la encarnación de Dios: “Pero cuando se cumplió el plazo envió Dios a su hijo, nacido de mujer, sometido a la Ley…” (Gálatas 4,4). Para la piedad popular la Navidad sigue desempeñando el papel de fiesta preferida, aún cuando rara vez se oiga hablar de la encarnación de Dios “a fin de que nosotros humanos lleguemos a Dios”. En segundo lugar, María de Nazaret es presentada hoy, en el Evangelio, como Colmada de Gracia (¿?, dice el texto griego), significa que ella es imagen del ser humano redimido. También Martín Lutero y Philipp Melanchton subrayaban que lo que se afirma de María siempre vale para todos los cristianos. Y todavía algo más desconcertante en el texto bíblico: He aquí la sierva del Señor, dice María. Nada que ver con sumisiones, ni rancios machismos, ni humildades baratas. En la Biblia, el título de siervo o sierva se aplica a las grandes figuras de la historia de la salvación: Abrahán, Moisés, Josué, David y por excelencia ‘siervo del Señor’ es el Mesías, el esperado, el que viene en este adviento y en esta Navidad. San Bernardo de Claraval, en sus Sermones para la fiesta de la Virgen se expresó así: “El ángel espera tu respuesta, Mará; ya ha llegado el momento de su regreso al que lo ha enviado. También nosotros estamos esperando, oh Señora, tu palabra de adhesión. En tu breve respuesta está nuestra curación, nuestra vida. Toda la humanidad está en espera. Pronuncia, Señora la palabra que cielos, tierra e infiernos esperan” (Homilía, 4, Opera omnia, Edición Cisterciense).

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