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“Callejera de la fe”

La Iglesia es el acontecer de la iniciativa del Padre, la continua acción liberadora de Cristo y la recreación del hombre y la mujer, y del mundo entero, gracias al poder del Espíritu.

22 de octubre de 2017 Por: Arquidiócesis de Cali

La Iglesia es el acontecer de la iniciativa del Padre, la continua acción liberadora de Cristo y la recreación del hombre y la mujer, y del mundo entero, gracias al poder del Espíritu.

La esencia de la Iglesia no es pues la inmovilidad de una doctrina, ni la legalidad de un juridicismo desencarnado. No, la esencia de la Iglesia es el dinamismo de la praxis teológica, ascética y pastoral que poco a poco va caminando hacia Dios.

A mediados del Siglo XX, gracias al intrépido trabajo de Johannes Christian von Hoffmann y O. Culman, la Iglesia proclamó su quehacer como ‘historia de salvación’.

Más tarde, los trabajos teológicos de Henri de Lubac, O. Semmelroth y K. Rhaner definieron la Iglesia como Sacramento de Cristo. El gran Juan XXIII (canonizado ya), proclamó que “la Iglesia se presenta como ella es y como ella quiere ser: Iglesia de todos, Iglesia de los pobres. Y el gran concilio Vaticano II entendió y subrayó la validez de la secularidad y la autonomía del mundo.

La Iglesia camina, peregrina, callejea, porque su tarea misional es impregnar del Espíritu de Cristo a la cultura de hoy y encima anuncia a toda persona que Dios le quiere, le busca, se ocupa de cada uno.

Hoy, 22 de octubre, celebra la Iglesia la Jornada Mundial de las Misiones, y el papa Francisco, el que en Colombia invitó a los jóvenes a ser “callejeros de la fe”, dice en su mensaje para esta Jornada, que “la Iglesia es misionera por naturaleza. Si no lo fuera, no sería la Iglesia de Cristo, sino que sería solamente una asociación entre muchas otras, que terminaría rápidamente agotando su propósito y desapareciendo”.

A los creyentes de todos los tiempos nos ha costado entender y vivir nuestra condición misionera. Pensamos muchos que ser misionero es propio de sacerdotes y religiosas desarraigados, que dejan su tierra y marchan lejos. No es así.

Ser misioneros es la identidad propia de los que por el bautismo hemos recibido la tarea de ser testigos del amor de Dios patentizado en su hijo Cristo, el que entregó su vida por todos, e impulsados por el Espíritu a llevar esa buena noticia hasta los confines de la tierra.

La Iglesia es callejera de la fe, los creyentes somos callejeros de la fe. Esa es nuestra razón de ser, eso es lo que nos define.

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