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“Amarás al Señor con todo tu corazón”

¿Cómo entender y acoger la exhortación de Jesús de amarnos los unos a los otros, de respetarnos, de descubrir en el otro al hermano, de asumir el compromiso por la paz y la reconciliación de los corazones?

29 de octubre de 2017 Por: Arquidiócesis de Cali

“Durante estos días quisiera compartir con ustedes la verdad más importante: que Dios nos ama con amor de padre y nos anima a seguir buscando y deseando la paz, aquella paz que es auténtica y duradera”. (Papa Francisco, Bogotá, saludo al pueblo colombiano, 7 de septiembre de 2017).

La clave de lectura de estas palabras del papa Francisco la podemos encontrar, entre otros, en la afirmación del apóstol San Juan: “Dios es amor” (1Jn. 4, 8). Precisamente por esto es que Dios nos ama con amor de padre y como tal espera que cada uno sea capaz de responder con el mismo amor.

Ahora bien, ¿cómo entender y acoger la exhortación de Jesús de amarnos los unos a los otros, de respetarnos, de descubrir en el otro al hermano, de asumir el compromiso por la paz y la reconciliación de los corazones? “Nosotros amemos por Él nos amó primero” (1Jn. 4, 19). Es verdad, Dios nos ha dado ejemplo de amor expresado en la misericordia, la acogida y la entrega.

El “corazón de Dios no sólo está abierto, sino traspasado por el amor que se hizo dolor”. (Francisco, Homilía Medellín, 9 septiembre de 2017). Este el reto que como cristianos y católicos tenemos de frente al Señor.

Si el amor a Dios es el más importante, Jesús pone el segundo mandamiento de “amar al prójimo como a sí mismo” (Mt. 22, 39) al mismo nivel del primero, como “semejante a éste”, con la misma importancia, pues, como lo dirá también San Juan, “Si alguno dice «amo a Dios» y aborrece a su hermano, es un mentiroso” (1Jn 4, 20).

Coherencia de vida, amor sin límite, perdón de corazón tendrá que ser la forma como en Colombia hemos de vivir el mandamiento del amor, hecho concreto en la invitación que el papa Francisco nos hizo en repetidas ocasiones: “Por favor, les pido que escuchen a los pobres, a los que sufren. Mírenlos a los ojos y déjense interrogar en todo momento por sus rostros surcados de dolor y sus manos suplicantes”. (Discurso en el encuentro con las autoridades civiles, Bogotá, 7 de septiembre de 2017).

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