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Actitud de agradecimiento

San Lucas nos narra la curación de diez leprosos mientras, cumpliendo la...

10 de octubre de 2010 Por: Arquidiócesis de Cali

San Lucas nos narra la curación de diez leprosos mientras, cumpliendo la recomendación de Jesús, van hacia los sacerdotes. Sólo uno, que era extranjero, vuelve alabando a Dios y dándole gracias. El Señor dice: “¿Los otros nueve dónde están?”, y al sanado: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (Lc. 17, 11 –19).Agradecer es reconocer con humildad y gozo que se ha recibido un beneficio gratuito. En nuestra relación con Dios surge la toma de conciencia de sus dones y se hace alabanza de su grandeza. Nos dice San Pablo: “¿Qué tienes que no hayas recibido?, y si lo recibiste, ¿por qué te enorgulleces?” (1 Cor. 4.7).En Jesucristo, el Hijo de Dios que ha asumido nuestra naturaleza humana, se nos revela la perfecta acción de gracias tributada al Padre en el Espíritu Santo. Revela su acción de gracias sobre todo en la Cena, en la Cruz, y en su muerte. El sacrificio que Jesús hace de su vida consagrándola al Padre para santificar a los suyos (Jn 17, 19) es nuestra acción de gracias, nuestra Eucaristía.Al unirnos a Él, y lo hace realidad para cada uno desde el Bautismo, damos gracias “por Él, con Él, y en Él” a Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo. El don de la Eucaristía significa que sólo Jesucristo es nuestra acción de gracias, como Él sólo es nuestra alabanza. Es el único mediador.La Eucaristía, palabra que significa acción de gracias, es la respuesta cristiana a la gracia dada por Dios en Cristo. En sí mismo tiene el recuerdo que admira y agradece las maravillas de Dios, la mayor de las cuales es el sacrificio de su Hijo para darnos la salvación, que lo hace presente para aplicárnoslo hoy. Maravilla de amor en la que participamos uniéndonos por la comunión al Cuerpo del Señor y en Él a toda la Iglesia (1 Cor. 10, 14-22).Rezamos en un Prefacio de la Misa: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios Todopoderoso y eterno”. Pues, aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación, por Cristo Señor nuestro.

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