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“Un sueño para morir”

Tuvieron que pasar once años para que la familia del policía, Carlos...

5 de mayo de 2013 Por: Antonio José Caballero

Tuvieron que pasar once años para que la familia del policía, Carlos Alberto Cendales, humilde servidor y víctima mortal del ataque de las Farc a la Asamblea del Valle el día del secuestro de los diputados, recibiera una palabra de reconocimiento por parte de los asesinos.Fue la respuesta a una carta de la hermana de la víctima reclamando a los victimarios “alguna expresión de sentimiento porque yo no guardo ni rencor ni odio por lo que hicieron con mi hermano”.Lleno de soberbia, ‘Andrés París’ le dijo en Cuba a mi compañero Jairo Tarazona, quien hizo de correo entre las partes: “Sí, recibimos la carta y la recogimos con otras que tenemos y que tendrán su respuesta puntual y general cuando llegue el apartado de las víctimas en la mesa”.Es el dolor de la señora, como el de centenares de madres que esperan también el perdón pedido por el estado por el asesinato de muchas víctimas en esta guerra que esperamos finalizar. Yo le expreso mi solidaridad y espero la reconciliación que estamos buscando cada día en la mesa.La hermanita de Cendales al menos recibió respuesta, soberbia pero respuesta. Hay otras madres como Leonor Bonilla que vive en las tinieblas esperando que le cuenten las Farc qué pasó con su hijo Luis Hernando Peña Bonilla secuestrado en 1998 durante la toma de Mitú. Qué hicieron con él, dónde está su cuerpo, cómo fue su final, son preguntas sin respuesta 15 años después.O Mariela Patiño, quien solo sabe que las Farc se llevaron a su hijo soldado-bachiller que estaba de permiso en la vereda Arroyuela de Cajibío, Cauca. Y qué pasó con los 200 millones que pagaron por la liberación de Edson Eduardo Páez en 2011, liberación que nunca cumplieron; o con ‘Kike-Kike’ Márquez, a quien sus padres Amalia e Ismael llevan 14 años esperando.Y Angélica también quiere saber sobre su hermano Edwin Harvey al que se llevaron entre Arauquita y Sarabena; y Blanca Flórez quien vive en la incertidumbre desde el secuestro de su hijo, Jesús Antonio, en Curillo. Así crece la lista en Nariño donde don Carlitos le pregunta al ELN por su hijo policía, Robert Herman, secuestrado hace 10 años. Esto sin contar el infierno de doña Consuelo Cordón, a quien le quitaron a sus hermanos Reynaldo y Guillermo y también secuestraron a su cuñado Arvelay Lozada. Ella sigue cargando con toda la familia. “A veces son más duras las tinieblas que la realidad”, me decía una madre: “tanto esperar quince años a mi hijo, y ni el señor gobierno ni esa gente cruel de las Farc me lo entregaron. Ahora recibo un ataúd con una bandera y mi hijo muerto que debe haberse encontrado con Fidencio, su papá, allá en el cielo. Él murió de pena moral”. Este lamento es de doña Esperancita Estrada, que aún espera la verdad sobre el tiro de gracia que le quitó su hijo horas antes de la liberación.Todo esto lo recuerdo ahora para que no se refunda en la amnesia y la indolencia. Hay un compromiso con las víctimas que debe comenzar con la verdad cruda para llegar a la reconciliación que queremos.Ese que cuento aquí es el tono que hay en La Habana. Si pudiéramos bajar la soberbia y reconocer los errores, sería un campo más que le abrimos a la paz.Por ahora, algo adelantamos. Llegó una palabra para la familia del policía Cendales que fue asesinado por los secuestradores de los Diputados que luego fueron ejecutados por las Farc en el monte y sin que haya quedado claro cómo fue ese episodio.