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Se les dijo y se les advirtió

Hace dos meses, en esta columna y cuando todavía era posible enderezar...

13 de noviembre de 2011 Por: Antonio José Caballero

Hace dos meses, en esta columna y cuando todavía era posible enderezar la carrera de desaciertos se le dijo y se le advirtió al gobierno que lo mejor era desbaratar el problema de la reforma a la educación superior, y plantearlo de nuevo ante el estudiantado y el profesorado sumiso y adverso para evitar la protesta. El jueves pasado los torrenciales aguaceros evitaron darle noticias trágicas al país.Dejaron que tomara ventaja el estudiantado, que ya no es el mismo dormido de antes y por el contrario comienza a expresarse en las calles contra los politiqueros gobernantes que fueron inferiores a sus deberes y a los derechos que les otorga la Constitución a los jóvenes.Los indignados del 15 de mayo en Madrid contagiaron a Barcelona, a Bilbao y a Valencia. Luego se extendieron a Portugal y Francia , Italia, Alemania, los alrededores de Wall Street en Nueva York y de la Casa Blanca en Washington. Los gobiernos quisieron apagar esa llama con los robokops agresivos y chocaron con estudiantes cojonudos y gente del común harta de sistemas que llevaron a los pueblos a la miseria.La indignación llegó a Latinoamérica y a Colombia. En nuestro caso, la llama la prendió el afán de imponer una reforma, a sabiendas que los estudiantes ya no tragan de paquete. Creen en una democracia que discute los temas con los interesados y se aprueban por mayorías alrededor de mesas de diálogo. Los jóvenes dijeron en las elecciones pasadas que, excepto en los departamentos que dirigen los mafiosos, piensan y eligen los cambios que les da la gana, como pasó en Bogotá.He hablado con ellos antes y después de las marchas y creo que están en lo correcto y defienden su palabra. Fallan en logísticas complicadas sobre todo cuando caen en el acecho los viejos agitadores profesionales que llevan años en la universidad sin graduarse ni dejar graduar a los demás. A su vez, éstos también son cada vez más conocidos y por lo menos en Bogotá la alcaldesa se amarró bien a la ley para enfrentarlos. Me parece que lo logró, aunque nunca dejaron de intentar crear el caos con sus bombas papa.Íbamos en que la reforma a la educación superior que se tramita en el Congreso perdió el respeto de los estudiantes y se convirtió en una papa caliente. Que ahora hay que remodelarla, discutirla y presentarla a la vista de todos. También quedó claro que no es con el paro que se arreglan las cosas porque al final son los padres de familia los que pagan el tiempo perdido.No se por qué nos empeñamos en esperar la tragedia en lugar de prevenirla. Así han comenzado todos nuestros males por no enfrentarlos a tiempo. Esta vez, a pesar de que el gobierno esperó hasta última hora para aceptar todas las imposiciones de los estudiantes el resultado es bueno.Quedó Colombia como un tablero de graffitis y nadie mató a nadie por pintarlos. La reforma quedó muerta, las marchas pacíficas demostraron su verdadero valor y el diálogo quedó como alternativa válida. Estudiantes: ojo con los 'acompañantes' que se quieren infiltrar. Señora Ministra de Educación: lo que mal empieza pudo acabar peor.