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Revolución de las naranjas

Nadie imaginó, y mucho menos el régimen de Túnez, que un humilde...

6 de febrero de 2011 Por: Antonio José Caballero

Nadie imaginó, y mucho menos el régimen de Túnez, que un humilde vendedor callejero de naranjas, Mohamed Buazizi, fuera el iniciador de la revuelta democrática que ha puesto los puntos sobre la íes al mundo árabe. Un campanazo histórico para los dictadores que deben estar con sus barbas en remojo.Los esbirros de Ben Alí, que traducido significa algo bueno, atacaron al joven trabajador, le botaron sus naranjas, lo abofetearon y destruyeron su carrito de madera. Mohamed no resistió la agresión y se inmoló en plena calle. De paso prendió la llama de la libertad de pueblos oprimidos por regímenes de dinastías eternas o criminales dictadores que roban y asesinan sin fórmula de juicio. Anotamos que en la huida la señora de Ben Alí se llevó tonelada y media de oro que pertenecía a su pueblo.La siguiente ficha cayó en Egipto. Histórico pueblo de gente amable, durante varios días ha marcado el principio del final de la represión que por tres décadas ha ejercido Hosni Mubarack, a quien gritan desde la calle ¡Vete y dejanos libres! El impasible soldado egipcio responde: “No me iré hasta terminar mi mandato. Moriré y seré sepultado en mi tierra”. Para ello cuenta con la ‘Brigada de Seguridad del Estado’, cinco mil perros de presa que se abalanzaron vestidos de civil sobre los manifestantes hiriendo y asesinando centenares de ellos. No obstante, la revuelta marcará la salida del terco militar, pescador de ríos revueltos, represor como sus antecesores Nasser y Sadat, quien preparaba a su hijo para perpetuarse en el poder.Puede que Mubarak saque la gente de la Plaza de la Liberación. Puede que con la ayuda de sus amigos internacionales, que lo necesitan allí al menos hasta las elecciones de septiembre, crea que controló la protesta del pueblo egipcio. Lo cierto es que la semilla está germinando.Mientras tanto, los jordanos hicieron cambiar el gabinete de su rey Abdallah II con una sola protesta. Y el monarca marroquí, Hassan VI, tuvo que correr a anunciar que no subirán los alimentos, que creará fuentes de trabajo y que habrá subsidios para educación y deportes. En Siria, el presidente Bashar Al-Assad tuvo que salir también de urgencia a prometer trabajo y precios congelados en la canasta familiar. En Yemen, paraíso prohibido para los turistas hasta hace poco por su régimen cavernícola, su presidente Alí Abdalá Saleh apareció en televisión con gesto asustadizo para anunciar un no a la extensión de los mandatos y no a la herencia del poder. En tanto, Argelia registra pequeñas asonadas. Y en Libia, mi coronel Kadhafi calladito y quieto en primera.Por acá se cumplen 52 años de los hermanos Castro en Cuba, en el vecindario ya cumplieron 12 y en Nicaragua, Ortega ya ni se acuerda de cuanto tiempo lleva acabando con ese país. Aquí tuvimos 8 y casi aprueban otros 4. Mejor dicho, mientras el mundo exige mandatos rápidos y con resultados, por acá pensamos en anquilosarnos en medio de mentiras.Es la Revolución de las Naranjas. En ese carrito lleno de jugosas frutas tunecinas agredieron al pueblo indefenso. La víctima, un muchacho desempleado y humilde, prendió la llama de la libertad. Y miren por dónde va la cosa. ¡Habló el pueblo y hay que oírlo! Aunque sea de vez en cuando.