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Las trochas que pagó Colombia

Seguí mi recorrido y llegué a la Guajira. Tierra hermosa donde el...

10 de julio de 2011 Por: Antonio José Caballero

Seguí mi recorrido y llegué a la Guajira. Tierra hermosa donde el desierto contrasta con el verde de las tunas espinosas y el dividivi, abandonada de los gobiernos.El punto de encuentro es el Cabo de la Vela. Todos quieren ir allí, recibir el sol en las arenas de oro de la playa del Ojo de Agua. Pero ningún gobierno aporta para la infraestructura turística que impida el turismo de mochila y marihuana y atienda como se merece a quienes llegan a este adelanto del paraíso.Y las carreteras, o mejor las trochas que pagamos los colombianos y que aparecen como vías de primera, son un verdadero desastre. Mal hechas, llenas de baches, donde se encuentran puentes sobre ríos que ya no existen. Pero todavía conservan los nombres de los politiqueros de turno que los hicieron para justificar lo que se robaron del plan inicial.En Paraguachón, frontera que mueve el dinero entre el contrabando y lo legal, da lástima ver un puente que está en pie de puro milagro. De esos milagros que ocurren en Macondo, porque según los camioneros colombianos y venezolanos se debía haber caído hace tiempo. Allí, en esa pésima carretera, los niños guajiros pagan $28.000 para ir a la escuela de Maicao.Y más peajes en cada brazo hacia Albania, Uribia o Riohacha. Todos de $14.000 por cada paso, que van al bolsillo de los constructores de este despropósito. Les doy una pista: su apellido pertenece a una familia política, cuyo parlamentario, conservador para más señas, lleva todos los años del mundo en el Congreso consiguiendo contratos beneficiosos para él, pero no para la región que lo eligió.En ese marco de la ilegalidad legalizada pasan camiones con cajas de whisky, de cocosete venezolano, de cerveza polar y refrescos. Y caravanas de la muerte que salen de la vereda Cuestesitas y van en filas de 20 ó 30 vehículos Renault 18 adaptados, donde el conductor está rodeado de pimpinas con gasolina. Un polvorín rodante. Duélale a quien le duela, es cierto lo que cantó el maestro Escalona: “Allá en la Guajira arriba, donde nace el contrabando”, sigue rodando frente a la autoridad policial y militar.Ahora vamos al Suroccidente. Hice la ruta de Popayán-Pasto. Desastre total. La carretera Panamericana es una vergüenza hasta el río Mayo, límite con Nariño. Parece un campo de golf, llena de huecos que hacen que al final el carro vaya derecho al taller, como me lo dijeron varios conductores consultados. Y no hay asomo de que esto se vaya a arreglar.Hay que contar que el narcotráfico está utilizando estas trochas para sacar la pasta de cocaína por el Pacífico caucano y nariñense. El coronel de la Policía Cauca, Jorge Rodríguez, me contó que en Puerto Tejada y Mondomo utilizan personas de la tercera edad para transportar el vicio. Esta semana detuvieron dos ancianas de 80 y 85 años con una caja de gallinas en cuyo fondo estaba la droga. Qué creatividad: el excremento de las aves confunde el olfato de los perros antidrogas.Esto es lo que hay en materia de vías en la Guajira y en el Cauca. Trochas que pagamos como carreteras de primera y que al parecer la mayoría del dinero fue a los bolsillos de los contratistas y de los politiqueros. ***Esta fue semana de dolor en Santander de Quilichao. Se nos fue el profesor Alirio Castro, amigo excelente y gran ser humano. Al otro día murió su esposa, doña Gladys. Ellos dejan el buen recuerdo para todos. Vaya el pésame para su hija Consuelo y sus nietos.