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Corredores del miedo

Estuve esta semana en Córdoba. Tierra de gente buena, como la del...

3 de abril de 2011 Por: Antonio José Caballero

Estuve esta semana en Córdoba. Tierra de gente buena, como la del Valle. Tierra llena de ganado y cultivos, como el Valle. Tierra azotada por los violentos, como el Valle y tierra que está dispuesta a levantarse, como el Valle. Tenemos los mismos problemas y las mismas ganas de arreglarlos. Tenemos en común la desgracia de los matones del narcotráfico que no respetan vidas sanas y promisorias con tal de conseguir sus corredores para sacar la cocaína que surte a los viciosos gringos y europeos, que deberían venir a hacer un homenaje de desagravio ante la zanja silvestre que recibió los cuerpos de Margarita y Mateo, cuyo error fue venir a iniciar su vida de biólogos investigadores en esta tierra. Para ellos no valió la historia de amor y de futuro. Primero los mataron y luego comprobaron que habían acabado con dos promesas. Por eso no les robaron sus pertenencias. Sólo quedaron ensangrentados los carnets de la Universidad de los Andes. Aquí, los urabeños, los rastrojos y los paisas aliados con las Farc, tratan de romper el cerco de la Ley entre Urabá, Caucasia, Arboletes, Tierra Alta, San Antero y San Bernardo del Viento, como en el Valle quieren romper el cinturón de Las Hermosas para llegar a la costa Pacífica. Aquí y allá no es un problema ideológico. Es de transporte de droga donde intervienen las Farc para manejar el negocio diciéndose ejército del pueblo, que sólo mata y envenena a su pueblo. Tambíén hay en común que ese pueblo ultrajado y arrinconado ya se cansó y está dispuesto a no dejarse más. Las marchas de este fin de semana en Cereté les dijeron públicamente que no los quieren más en la región. Y, al parecer, andan por lo menos escondidos, aunque “el miedo lo guardamos en el bolsillo, y está para sacarlos en cualquier momento”, como me dijo una joven vientera que tiene dos hijos metidos “al negocio”. Porque esa es otra causa. Mientras el Gobierno no brinde oportunidades a los jóvenes bachilleres y no haya empleo, jamás tendremos indicios de la paz que buscamos. Y una vez más, nuestra Cancillería debería ser más fuerte exigiendo la corresponsabilidad de los países que pagan la muerte de nuestros jóvenes con cada gramo de coca que meten en sus narices para la diversión, mientras la juventud de aquí se rinde ante el dinero fácil de los traquetos.Por ahora, los corredores están cerrados y por eso los maleantes están desesperados abriendo a bala la puerta de la coca. Ante eso, no hay que rendirse. La autoridad debe ser más contundente, con menos anuncios y más resultados que acaben con los matones. Para eso están, y se llaman pie de fuerza contra el delito.Otro cuento: el otro miedo latente en Córdoba es el invierno que está avisado. Aquí se perdió mucho en algodón, maíz, sorgo, plátano y hortalizas. Y al parecer las ayudas no llegan a quienes las esperan con urgencia. La gente castigada por la ola invernal no aguanta más y pregunta: ¿Si no hemos podido pasar la barrera del anterior invierno, que pasaría si ahora viene la segunda tanda de inundaciones que anuncian? En Córdoba hay vivarachos ambiciosos que se quisieron enriquecer con la desgracia de los demás. Pero los pararon y tuvieron que vender los productos al precio normal. Sin embargo, las ayudas están escondidas en algún lugar.Las del Valle y Córdoba son vidas paralelas. Dos departamentos con los mismos problemas en corredores que el narcotráfico quiere abrir a la fuerza, y que sólo con la fuerza de la razón podremos acabar para un país en paz.