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Colombia: una bala perdida

Todos los años, durante las fiestas, la autoridad prohíbe “terminantemente el porte...

9 de enero de 2011 Por: Antonio José Caballero

Todos los años, durante las fiestas, la autoridad prohíbe “terminantemente el porte de armas” . Y todos los años, en especial éste, debemos lamentar la muerte de niños por balas perdidas.“Algo tiene al agua cuando la bendicen”, dicen los españoles. Algo debe pasar, porque estamos llorando la muerte de Esteban de siete años en Soacha. Hacía treinta segundos había abrazado a su papá para desearle Feliz Año. Cuando su padre lo bajaba, cayó desgonzado víctima de una bala perdida.Recordamos también a Andrés Felipe de cinco años en Cartagena. Le llegó la muerte la noche que invitaba a un año más de vida. Otra bala perdida. Y estamos a la expectativa por un bebé de cinco meses en Cali, quien esa misma noche recibió de regalo otra maldita bala perdida.También respiramos hondo para que viva el paisita de cinco años que está en cuidados intensivos en la Clínica San Vicente de Paúl con una bala perdida en su cabeza. Y en Barranquilla otro infante de cinco años lucha para seguir jugando con sus amigos que lo rodeaban cuando una bala perdida lo tiró al suelo. Hoy está en coma inducido.En el barrio Kennedy de Bogotá, una niña de ocho años fue herida en el tórax por otra bala perdida. Su caso se conoció el jueves porque su madre, temerosa de las amenazas, al fin se atrevió a contar la historia de los policías del sector que no le quisieron recibir la denuncia esa noche , “porque no había sujeto responsable, y entonces a quién vamos a coger”. Cómo les parece la respuesta de la autoridad.Y el vándalo que disparó en noviembre pasado contra una buseta que transportaba niños del Colegio Internacional, José Adelio Sabogal, quien está a punto de quedar libre porque le quieren quitar la tentativa de homicidio, dejándole sólo el porte ilegal de arma y disparo contra vehículo. Resulta que este energúmeno no sabía que un bus escolar generalmente transporta estudiantes.En Patillal, Sucre, el cantautor vallenato Silvestre Dangond invitó a la tarima a varios niños para que cantaran. En la euforia de felicitaciones premió a uno de ellos con un beso en la frente y luego acarició sus genitales frente a la audiencia. Ante el estupor de quienes vimos y oímos la noticia, defensores de oficio nos dicen que esto es un gesto “normal en la cultura costeña” para significarle al niño que es un “verraco pa’ cantá”. Frente a este panorama aterrador de los niños en Colombia averigüé con Indumil sobre las licencias para porte de armas. Me contestaron que hay inscritas un millón doscientas mil. Y me entristeció el resto de la respuesta: “En Colombia por cada arma legal circulan tres ilegales”.Otra tristeza es la indolencia de la comunidad ante esos hechos. En Bogotá sólo habían entregado quince armas después de los sucesos. Las autoridades están pensando un mecanismo que permita allanamientos para encontrar las bestias armadas que se tapan con el ruido de la pólvora prohibida para disparar muerte contra inocentes.Y Novalis escribió: “Un niño es un amor hecho visible”.