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Sobre Consuelo y Duvalier

Consuelo Lago y Nieves, su hija putativa, no dejan de sorprendernos. Consuelo...

11 de enero de 2016 Por: Antonio de Roux

Consuelo Lago y Nieves, su hija putativa, no dejan de sorprendernos. Consuelo a través de esta querida negra nos distrae, nos inspira y nos hace reflexionar. Uso el termino “negra” porque éste para mí es elogio y reconocimiento. Necesitamos derrotar toda forma de racismo y reivindicar los ancestros africanos, pero las cosas deben ponerse en su justa perspectiva. Crecí en un entorno donde el trato o sobrenombre más cariñoso era el de Negro o Negra. Recuerdo que en la Facultad de Derecho de la Javeriana el inolvidable padre Gabriel Giraldo llamaba Mono o Mona a la generalidad de los estudiantes, pero el apelativo de Negro estaba reservado para los cercanos a su corazón. Sin embargo, aparecerían ciertos extranjerizantes para imponernos las formas del colonialismo verbal. Se volvió tabú, pecado, usar palabras que a la mayoría nos evocan la belleza física y espiritual; la sinceridad y alegría de una raza. Para ser políticamente correcto en estos tiempos, mi padre no habría podido decirle “Negrita” a mi mamá, como fue su costumbre eventual. Tendría que haberla llamado “pequeña afrodescendiente”, expresión que no transmite cariño o afecto.El asunto es que el viernes pasado Nieves habló con la fuerza de un ciclón editorial cuando dijo: “Dizque en los países civilizados no enrejan las casas sino a los ladrones”. Estas palabras describen de manera certera el drama de inseguridad y falta de justicia que afrontamos. Aquí la gente de bien tiene que vivir entre las barras de puertas y ventanas para protegerse de los que sí deberían estar entre barras. La Policía rara vez atrapa a los hampones, y si logra hacerlo los jueces rápidamente encontrarán razones para dejarlos en libertad.Duvalier Sánchez es un joven politólogo quién aspiró a ser diputado y tuvo el coraje de no dejarse arrasar por las maquinarias tradicionales. Una actitud que le ha granjeado el repudio de la fauna politiquera regional. Esa animadversión proviene de que ninguno de los elegidos a la Asamblea, ni el nuevo alcalde de Buga, ni su Concejo Municipal, han podido posesionarse porque Duvalier tiene impugnadas las elecciones de aquella localidad.Al no acceder a sus cargos los diputados están sin remuneración, y les queda imposible ejecutar el “deber democrático” de designar al Contralor Departamental. Una operación que en el pasado se prestó para el nefasto intercambio de favores con los gobiernos de turno.Lo que naufragaría con la aspiración de Duvalier a la Asamblea es aquello que él propuso bajo el nombre de Política de la Felicidad, la cual se resume en una frase: “Hay que soñar con un país donde la paz sea posible, el espíritu humano triunfe, el bien común sea acción y la política sirva a la gente”.Duvalier tiene pruebas ya aportadas al Consejo Nacional Electoral, sobre anomalías ocurridas en las elecciones de la “ciudad señora”. Sus denuncias son tan graves que partieron en dos bandos iguales las opiniones de quienes integran el organismo electoral, dando lugar al nombramiento de conjueces. Los interesados en el asunto tienen derecho a interponer acciones para exigir decisiones rápidas. Pero algo debe quedar claro, Duvalier Sánchez nos está haciendo un gran favor al buscar que el sistema de elecciones sea limpio y transparente; al probar que nuestra democracia aún tiene cómo defenderse de las trapisondas.