El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Lamento por La 14 y por Cali

La mayoría de habitantes nos hemos vuelto flojos. Incapaces de defender ideales o intereses legítimos

26 de septiembre de 2021 Por: Vicky Perea García

Voy a La 14 de la Sexta y me ataca la nostalgia. Está casi vacía. Me siento metido en las entrañas de un agonizante que no quisiera morir. Caigo en cuenta de que su suerte está relacionada con algo que viene presentándose en el alma de los caleños. La mayoría de habitantes nos hemos vuelto flojos. Incapaces de defender ideales o intereses legítimos; incapaces de meter el hombro para gestar soluciones frente a los recurrentes desafíos. En el ambiente flota la idea de que merecemos un destino próspero, feliz, aunque no hagamos esfuerzos por alcanzarlo.

La ciudad sigue semidestruida, las obras públicas que no están paralizadas se volvieron eternas y costarán el doble; el transporte colectivo permanece arrasado; las versiones sobre corrupción en el gobierno y la política son espeluznantes; la inseguridad y los asesinatos están en cada esquina. Hasta los equipos de fútbol tradicionales son un espectáculo pero de flojera, mediocridad y falta de garra.

Ahora bien, para tener la foto completa no se puede dejar de mencionar a las personas y organizaciones productivas que hacen esfuerzos generosos en el frente social. El asunto es que su actividad, además de propiciar soluciones materiales, debería conducir al cambio de actitud en los ciudadanos. Hay que lograr involucrarlos como actores de las transformaciones; convertirlos en protagonistas apasionados de la solidaridad.

Las dificultades de La 14 tienen diferentes causas: inversión excesiva en activos inmobiliarios; competencia implacable por parte de las tiendas de descuento; falta de preparación para incursionar en los negocios digitales; disminución sustancial de las ventas a consecuencia de la pandemia. Por otra parte, es preciso mencionar que su estrategia de aprovisionamiento permitió la vinculación y fortalecimiento de muchísimas empresas pequeñas. Sin embargo, estas sufrieron la imposición de plazos demasiado largos, exorbitantes, para recibir su paga.

Pero esta compañía emblemática que por 67 años nos ha dado productos de excelente calidad, servicio integral y precios razonables no debería desaparecer. Cuánto necesitamos que continúen su compromiso con la excelencia y sus buenas prácticas de responsabilidad social; cuánto sería deseable que persistan los valores empresariales de sus fundadores entre los cuales se incluyen la austeridad, la discreción, el apego a la ley, el no permitirse beneficios personales en perjuicio de los intereses societarios.

Por estos días hay lamentos ante la suerte de La 14 y se oye la pregunta sobre a quienes corresponde la responsabilidad. Pero se olvida que en este y otros colapsos locales la mayoría tenemos algo que ver. Los clientes en buena proporción desaparecieron a la primera noticia sobre dificultades. Algunas entidades financieras apretaron ferozmente sin siquiera evaluar posibles escenarios de recuperación. Los proveedores huyeron en desbandada y apenas quedaron unos pocos fieles asumiendo riesgos.

La verdad es que como fuerzas vivas no contribuimos a generar una estrategia de salvamento para esta empresa tan querida, tan importante para el bienestar de tantos. Nos ganó la indiferencia, cuando no las consejas. Y sorprende que en la esfera privada ante el infortunio del prójimo, aún se repita esa frase cuyo significado es de condena anticipada: “Por algo será”.

Sigue en Twitter @antoderoux