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La madera de Mandela

Luis Borrero es un lector que ocasionalmente comenta mis columnas en la...

15 de julio de 2013 Por: Antonio de Roux

Luis Borrero es un lector que ocasionalmente comenta mis columnas en la edición electrónica de este diario. Quiero agradecerle que nos haya aportado de primera mano, el texto de Mario Vargas Llosa sobre Nelson Mandela aparecido en El País de España.El Peruano destaca las virtudes que convirtieron a Mandela en político exitoso e icono de las causas libertarias. Entre esas notas se cuentan la honestidad, la valentía, la perseverancia, la paciencia y el no aferrarse a los honores y dignidades del estado. Vargas Llosa cierra el análisis con un párrafo que compendia su apreciación sobre el moribundo Premio Nobel de la Paz: “Mandela es el mejor ejemplo que tenemos –uno de los muy escasos en nuestros días- de que la política no es solo ese quehacer sucio y mediocre que cree tanta gente, que sirve a los pillos para enriquecerse y a los vagos para sobrevivir sin hacer nada, sino una actividad que puede también mejorar la vida, reemplazar el fanatismo por la tolerancia, el odio por la solidaridad, la injusticia por la justicia, el egoísmo por el bien común, y que hay políticos como el estadista sudafricano, que dejan su país, el mundo, mucho mejor de cómo lo encontraron”. Antes de llegar a la conclusión anterior, el articulista arriesga una frase que podría llamar al optimismo en un país como el nuestro, donde los protagonistas públicos se distancian cada vez más de los ciudadanos: “En el campo de la política a veces los milagros son posibles”.Ahora que se inicia la etapa electoral, cuando los vallecaucanos tendremos que identificar los mejores candidatos, resulta forzoso mantener presentes aquellos elementos propios de la vida ejemplarizante de Mandela, los cuales me permito recalcar. En primer lugar inteligencia y conocimiento de los asuntos públicos; en segundo termino valores arraigados y coherencia; en tercer lugar compromiso con el bien común, no con los intereses particulares de la respectiva cauda electoral; finalmente, desapego con respecto al poder.Pensando en caudillos regionales pertenecientes como Mandela a la izquierda, me pregunto si habrá alguno de talla superior, capaz de aportar a nuestra vida pública algo de la grandeza y la frescura que el africano encarnó. Comienzo por mencionar a quienes tienen mayor figuración en los medios. Alexander López, Senador del Polo Democrático Alternativo, apoya las iniciativas comarcanas, pero sigue dejando la impresión de utilizar la agitación sindical y las reivindicaciones sociales de manera instrumental, como forma de ampliar su cauda de electores.Jorge Iván Ospina, por su parte, terminó desengañando a buena parte de quienes lo acompañaron. En eso tuvieron que ver varios desaciertos de gestión a lo largo de su alcaldía y las investigaciones disciplinarias resultantes. Pero la falla mayor fue montar el innecesario programa de guardas cívicos. Este restó recursos multimillonarios a las iniciativas sociales, y pudo facilitar la llegada al Senado de su hermano Mauricio, hasta entonces un desconocido. Si los dirigentes regionales de la izquierda quieren dar continuidad a sus propuestas les toca impulsar una manera distinta de hacer política. Deben demostrar que algo tienen de la madera de Mandela, y que la transparencia, la coherencia y el desprendimiento constituyen referentes esenciales de su proyecto.