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Ineptitud y fanatismo

Mi primera reacción frente a la destitución de Gustavo Petro fue la...

16 de diciembre de 2013 Por: Antonio de Roux

Mi primera reacción frente a la destitución de Gustavo Petro fue la de apoyar la providencia emitida por el procurador Alejandro Ordóñez. El Alcalde de Bogotá tiene cualidades que no se pueden ignorar. Es inteligente, honesto y laborioso. Sin embargo, junto a estas virtudes afloran defectos abrumadores. En la gestión de lo público ha actuado de manera improvisada, negligente, caprichosa. Además, la terquedad y prepotencia que a menudo exhibe develan su ineptitud para el desempeño de cargos ejecutivos.Bogotá está cada día más anarquizada e invivible. El desmadre coincide con un discurso engañoso, que utiliza de manera abusiva, demagógica, el lenguaje de lo social. Como lo han hecho notar varios comentaristas, Petro puede ser buen teórico y brillante parlamentario, pero es un pésimo administrador.Los ciudadanos tenemos derecho a que lo público se maneje bajo los principios de transparencia y eficiencia. Esta circunstancia llevó a que muchos miráramos con simpatía la intervención del Procurador en el asunto bogotano. Pero cuando se profundiza en las decisiones adoptadas por aquel funcionario, queda claro que la sanción peca de excesiva y selectiva, además de pisar el terreno de la ilegalidad.Digo que la sanción fue excesiva porque si bien Petro merecía castigo por sus actuaciones, esa falta se pagaba de sobra con la destitución. No era necesario agregar la inhabilidad para ejercer funciones públicas por el lapso de 15 años, lo que en la práctica representa una condena a muerte política. Al parecer el sesgo ideológico, los cálculos electorales o su conocido fanatismo, pesaron tanto en el ánimo del Procurador que lo llevaron a caer en la tentación peligrosa de la extralimitación y el abuso de poder.Digo que la sanción aplicada fue selectiva, y mi opinión se fundamenta en lo acontecido con el exalcalde Samuel Moreno, cuya torpe administración se distinguió por el saqueo del patrimonio distrital. En ese caso el desfalco se cuenta por cientos de miles de millones, tanto que a Moreno se lo investiga por siete delitos. Curiosamente el individuo solo mereció una suspensión temporal por parte de la Procuraduría y, que se sepa, este despacho ni siquiera llegó a plantearse la destitución o la inhabilidad del entonces alcalde bogotano.Digo que la sanción tiene visos de ilegalidad apoyándome en la opinión emitida por Gustavo Zafra, reconocido constitucionalista. Según Zafra el Alcalde de Bogotá goza de fuero especial consagrado en el artículo 323 de la Constitución. En consecuencia puede ser investigado por la Procuraduría, pero corresponde al Presidente de la República su suspensión o destitución en los casos taxativamente señalados por la ley. Esta consideración es tan seria que el Fiscal General de la Nación ya comenzó a investigar al Procurador por una presunta usurpación de funciones.Al final me queda la convicción de que estamos presenciando una escaramuza innecesaria y dañina. De no quedar inhabilitado, Petro y Ordóñez algún día habrán de enfrentarse como aspirantes a la Presidencia. Ahora miden fuerzas, sin que les preocupen mucho la institucionalidad y los grandes intereses colectivos. La ciudadanía a estas alturas del partido, no puede caer en la tentación de ponerse a escoger entre uno que representa la ineptitud y otro que encarna al fanatismo.