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Hora de hacer cirugía

La ley de garantías es como una inyección de botox: paraliza y...

6 de abril de 2015 Por: Antonio de Roux

La ley de garantías es como una inyección de botox: paraliza y hace que las cosas se vean mejor de lo que en realidad son. El paquidermo del Estado queda hibernando y las grietas de la ética pública pasan desapercibidas. Parece que se esfumaran las troneras de departamentos y municipios en materias de favorecimientos, contratitis y manejo de la nómina con fines políticos.Para crear esa apariencia atractiva la norma prohíbe a gobernadores, alcaldes y directores de entidades descentralizadas, durante los cuatro meses anteriores a una elección, celebrar convenios encaminados a la ejecución de dineros público. También les veda participar, promover o destinar recursos de las entidades a su cargo. De igual manera les impide inaugurar obras o dar inicio a programas de carácter social en reuniones en las que pueda colarse algún candidato o sus voceros. A lo anterior se suma la congelación de la planta de personal de la entidad respectiva. Pero como sucede con la famosa droga antiarrugas, la ley de garantías solo da una solución cosmética, no cura. Si el funcionario politiquero quiere favorecer a quienes son copartidarios igualmente se dará sus mañas. Es apenas cuestión de organizarse, de programar a su mejor conveniencia durante los ocho meses restantes del año la gestión de contratos y convenios, de nombramientos y cupos indicativos.Mientras los administradores mal intencionados pueden encontrar la manera de eludir el efecto de la norma, los mandatarios honestos quedan castigados. Carecen de recursos legales para enfrentar las situaciones extraordinarias que con frecuencia se presentan en la vida de una jurisdicción. Paralelamente se les imposibilita aprovechar oportunidades relacionadas con proyectos y partidas que puedan aparecer.Para comprender el impacto negativo de este régimen piénsese que los alcaldes y gobernadores elegidos para el período 2012-2016, verán afectada la capacidad de ejecución en por lo menos 12 de los 48 meses de sus mandatos. Esto como consecuencia de las elecciones de Congreso, primera y segunda vuelta presidencial, y elecciones de mandatarios regionales celebradas durante su cuatrenio.Consideraciones como estas fueron tenidas en cuenta por el Presidente al plantear la eliminación de las restricciones que afectan el período preelectoral. Santos anunció una acción decidida “para desaparecer la ley de garantías que no tiene ninguna justificación”. Incluso no dudó en calificar esa disposición como absurda por impedir contratar obras durante períodos demasiado largos.Aunque no pertenezco al respetable gremio médico entiendo que cuando fármacos y pócimas no funcionan en un paciente, debe pensarse en la cirugía. Por eso en el caso que nos ocupa sería deseable que el Presidente no se limitara a derogar la Ley Botox, sino que impulsara cambios de fondo para resolver el problema. El asunto es que se logre asegurar la calidad de los mandatarios elegidos.Si para escoger candidatos a gobernadores y alcaldes los partidos tuvieran que adelantar concursos de méritos y exigieran a los aspirantes estudios y experiencia; si les pidieran no haber sido condenados; si les demandaran no estar incursos en escándalos de corrupción, ni haber sido sancionado por la procuraduría, otro sería el cantar: la función pública en los territorios aún sin ley de garantías, quedaría redimida.