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Volver a Chile y Argentina tras diez años de ausencia, es ...

25 de marzo de 2013 Por: Antonio de Roux

Volver a Chile y Argentina tras diez años de ausencia, es una experiencia reveladora. Representa la oportunidad de comparar políticas y dinámicas, como también los resultados exhibidos por uno y otro modelo. En Chile la buena gestión de los asuntos públicos y los beneficios resultantes, están a flor del suelo. Santiago, a pesar de haber registrado un terremoto pavoroso, es una metrópoli irreconocible. Los rascacielos corporativos, las torres de vivienda, la infraestructura de punta, la calidad de vida se desbordan por doquier. Lo registrado por la vista es expresión de otras realidades positivas. El país ha mantenido en los últimos años un crecimiento del PIB superior al 5,5%; en el 2012 la tasa de inversión llegó al 27% del producto y aterrizaron aportes del extranjero por US$28.000 millones. Los salarios en términos reales se han incrementado consistentemente en los períodos recientes, y el ingreso per cápita se aproximó a los US$18.000, siendo el más alto de la región. La pobreza viene reduciéndose y la economía con una tasa de desocupación de tan solo el 6%, se acerca al pleno empleo. Esta circunstancia permite explicar la afluencia de trabajadores foráneos, muchos de ellos colombianos, y justifica la flexibilización de la ley migratoria planteada por el gobierno. Las cosas en Argentina son diferentes. En el 2012 la inflación estuvo alrededor del 25%; cayó la inversión extranjera, y se produjo una reducción importante de las reservas internacionales. De manera paralela el precio del dólar en el mercado libre llegó casi a duplicar el valor del oficial. No hay que ser genio para identificar el origen de esta situación. La administración Kirchner ha venido gravando sin consideración al sector productor. En opinión de la Bolsa de Rosario, la cosecha agrícola del 2013 tiene un valor de US$38.000 millones, de los cuales el Gobierno tomará en retenciones y derechos de exportación unos US$9.500 millones. A los cultivadores o ‘chacareros’, tras cubrir los otros costos, tan solo quedarán US$2. 200 millones. Este resultado será afectado por impuestos y contribuciones hasta evaporarse. Según estimaciones serias un negocio establecido en la Argentina, que cumpla honestamente con todas las obligaciones fiscales, perderá por fuerza una proporción equivalente al 2% de los ingresos. La práctica inspirada en el chavismo de expoliar al sector privado, unida a la demagogia y la politiquería, desestimula las actividades productivas y genera de paso corrupción y pobreza. La comparsa de Cristina Kirchner no ataca los problemas estructurales, se sostiene por las transferencias directas del fisco a sectores amaestrados y fuertemente subsidiados, los cuales retornan el favor entregando sus votos. Como consecuencia el país es cada día más inequitativo, está más polarizado, al punto que Monseñor Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires le espetó al régimen una fuerte censura: “pareciera que se ha optado por agravar las desigualdades”.Frente a Chile se siente envidia de la buena. La pregunta es si Colombia está en condiciones de seguir la misma senda. Es cierto que tenemos demasiados politiqueros de derecha y de izquierda como para ser optimistas, sin embargo aún hay tiempo. El protagonismo de los ciudadanos conscientes en la vida pública, podría marcar la diferencia.