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Estoy desconcertado. Resulta que alguien en los altos círculos del gobierno tomó...

27 de enero de 2014 Por: Antonio de Roux

Estoy desconcertado. Resulta que alguien en los altos círculos del gobierno tomó la decisión de trasladar a Cartagena, una ciudad situada sobre la costa atlántica, la celebración de la VIII Cumbre Presidencial de la Alianza del Pacífico. El evento tendrá lugar el próximo diez de febrero e incluye la firma de los acuerdos comerciales que ponen en operación aquella asociación de países. Como veo las cosas podríamos hacer el ridículo. Es como si Brasil, país anfitrión, hubiera decidido en su momento que el Tratado de Cooperación Amazónica no se firmara y llevara el nombre de Manaos, ciudad del Amazonas, sino que aquello se efectuara en las riberas del río Paraná, concretamente en Foz de Iguazú. Un lugar con envidiable infraestructura turística y con mayores amenidades para los participantes en el acontecimiento, pero sin relación alguna con el acuerdo que se suscribiría. El sitio natural para la reunión de ahora y para la firma del nuevo acuerdo es la llamada ciudad-región que conforman Cali y Buenaventura. Llevarse esos actos para Cartagena podría leerse como la aceptación tácita de que Colombia no tiene una infraestructura portuaria adecuada sobre el Pacífico, y están descartadas las plataformas productivas vecinas como la ofrecida por nuestra ciudad.Se dice que Cartagena fue designada por insinuación de alguno de las presidentes participantes. Pero hay decisiones que tienen un valor simbólico, no se negocian, ya que la gente tiende a leerlas como expresión de la voluntad política del gobernante. Según parece la señora Canciller y el Ministro de Comercio no se han dado cuenta de que tanto en el Valle como en Buenaventura, existen grandes recelos por el trato preferencial que recibirían los puertos y la infraestructura de la Costa Norte. Siendo las cosas así, qué pensarán nuestros coterráneos si el acuerdo comercial más importante en la historia de su región lo finiquitan y firman en el Caribe, en Cartagena, que además en materia de tráfico marítimo es posiblemente el competidor más importante de nuestro puerto.Hay un antecedente que preocupa. Si no hubiera sido por la determinación del alcalde Rodrigo Guerrero, el apoyo brindado por la Cámara de Comercio de Cali, encabezada entonces por Roberto Arango, y los buenos oficios de nuestros paisanos Federico Renjifo, Ministro de Minas y Orlando Sardi de Lima, embajador en España, la anterior cumbre de jefes de Estado del Pacífico se habría realizado en otra ciudad distinta a Cali. Bogotá, Medellín y Cartagena tenían muy clara la importancia de albergar aquel acontecimiento. Eso les habría permitido disputar luego la primacía como sede de las instituciones relacionadas con el Pacífico. Confío en que el Presidente Santos, con el sentido de realidad y el tacto que bien le conocemos, evitará defraudar a la opinión pública vallecaucana, expidiendo al efecto instrucciones que permitan replantear los eventos programados en Cartagena. Si bien el reloj apremia aún estamos a tiempo. Pero yendo más allá, los congresistas del Valle integrados en el Bloque Regional Parlamentario, coordinado por la Cámara de Comercio, deberían impulsar una Ley que acabe con estos sobresaltos al designar a nuestra ciudad-región como capital del Pacífico colombiano y sede oficial de la Alianza. Es una propuesta justa, que merece todo el apoyo del gobierno nacional.