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Visitantes con vocación social

Desde que las carreteras de Colombia dejaron de ser monopolio de las...

5 de noviembre de 2010 Por: Angela Cuevas de Dolmetsch

Desde que las carreteras de Colombia dejaron de ser monopolio de las Farc, nuestro país ha buscado posicionarse como destino turístico. El Valle del Cauca, que no tiene playas atractivas, ni reliquias coloniales, ha contratado expertos israelitas para que le profeticen cuál sería la vocación turística que enamoraría a europeos, asiáticos y norteamericanos. Los gurúes han sugerido que Cali debe convertirse en meca de la salsa y aquellos cuyo cuerpo o edad no les ayuda, en pacientes potenciales de la cirugía estética. Un nicho novedoso que no se ha explorado es el del turismo social. El Fondo de Empleados de la Electrificadora de Francia, La Caisse Céntrale des Activités Sociales, Ccas, apoya proyectos sociales en pequeña escala en los países en desarrollo. La Ecoaldea Nashira en el corregimiento del Bolo, donde 88 mujeres cabeza de familia llevan siete años generando un proyecto de vida, tuvo la suerte de ser escogida, no sólo para recibir la financiación del baño seco compostero y la cocina solar, sino para tener el privilegio de ser los anfitriones de uno de los primeros grupos de visitantes, cuya vocación es ayudar a las personas menos favorecidas.Ocho mujeres y cuatro hombres, armados de cámaras y regalos, llegaron hace 10 días a la Ecoaldea Nashira donde se alojaron en las casas de seis beneficiarios. Compartieron con ellos las actividades cotidianas, desayunaron con carne y arepa y al almuerzo comieron mazamorra, champús, tamales y sancocho. En las mañanas recogieron hortalizas y torearon los mosquitos, participaron en la reria de los ingresos y en la fiesta de los niños del día de brujas. Visitaron las tumbas de la cultura Malagana, y el Museo de Valle Grande, que se inaugura en dos meses, abrió sus puertas para recibirlos con una conferencia del Dr. O’byrne Materón. Admiraron la cerámica especial Malagana, las alcarrazas en forma de racimos de senos que caracterizan a esta cultura matriarcal. Querían conocer a sus pares en Epsa, visitaron las instalaciones de Calima, aprendiendo cómo se genera energía hidroeléctrica pues en Francia la energía tiene origen nuclear, y se fotografiaron con cascos y lentes protectores. Al caer la tarde tuvieron la suerte de encontrarse con una cabalgata de domingo y terminaron bailando vallenatos, y escuchando música de carrilera en una cantina de la plaza de Darién. Conocieron la agroindustria de la caña y se maravillaron de los múltiples procesos que se generan desde la azúcar hasta el composta y la electricidad.Se fueron maravillados, felices y tan pronto llegaron llamaron de París para hacer reservaciones, no sólo para ellos, sino para otros franceses que quieren gozar del calor humano y la simpatía de los colombianos, nuestro mejor producto turístico.