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Uribe vs Uribe

Ante las diversas reacciones suscitadas por la decisión de la Corte de dictarle auto de detención domiciliaria al expresidente y senador Álvaro Uribe, me he atrevido a publicar en mi columna este análisis.

13 de agosto de 2020 Por: Angela Cuevas de Dolmetsch

Ante las diversas reacciones suscitadas por la decisión de la Corte de dictarle auto de detención domiciliaria al expresidente y senador Álvaro Uribe, me he atrevido a publicar en mi columna este análisis de Mauricio Guzmán, claro y objetivo sobre uno de los personajes más sobresalientes de la política colombiana, sus aciertos, errores, pasiones y odios.
Mauricio titula su escrito ‘Uribe vs Uribe’ y dice que para comprenderla es necesario acercarnos un poco a las dos caras de La Moneda que simbolizan su personalidad.

“Lo primero que admiró el país en Uribe fue su gran capacidad para comunicar su pensamiento y la forma coloquial con que acercó su comportamiento al del pueblo campesino, honrado y trabajador. En contraste con los políticos cómodos, encopetados y corruptos. En segundo lugar, su despliegue de laboriosidad desde el amanecer hasta bien entrada la noche de lunes a domingo, sin tregua, cuando la imagen de la Presidencia era la de unos gobernantes buena vida.

En Tercer lugar, su juicio por estar enterado de todos los planes y programas que debían ejecutarse, al no confiar en su equipo, informándose en qué etapa se encontraban, cómo se llamaba cada vereda y quiénes eran sus dolientes. Hacía microgerencia que en el sector público es muy extraño encontrar.

En cuarto lugar, su arrojó cuando se trataba de enfrentar las dificultades y la capacidad argumentativa para controvertir defendiendo sus ideas, habilidad que le permitió graduar como enemigos a varios contradictores.

Y en quinto lugar logró que lo identificaran como un (outsider) de la política y las instituciones públicas (siendo político graduado) y por tanto el repudio al funcionamiento le permitieron reclamar para sí la condición de gran reformador.

Por otro lado debo destacar su incapacidad para cicatrizar las heridas que causan las batallas y que todo hombre de lucha debe superar. Por eso fue incapaz de completar su gestión de pacificador con las guerrillas, cuando todo hacía prever que acompañaría a su sucesor con un pacto de Paz.

En segundo lugar, Uribe no es un hombre de equipo que le haga sentir a sus colaboradores que pueden tener la razón, sino que le fascina avergonzarlos en público, como lo hacía en los consejos comunitarios o como lo hizo con su hijo porque tenía las manos metidas en los bolsillos.

En tercer lugar, su intolerancia a las ideas del otro lo llevó a abusar del poder para irrespetar el debido proceso desbordando un poder presidencial al que no le gustaban los controles.

En cuarto lugar, su homofobia lo volvió un gobernante discriminador lo cual lo enfrentó con la comunidad Gay y otras expresiones diversas de este país. Y.

Por último debo decir que Uribe era buen alumno de Nicolás Maquiavelo. El fin justifica los medios. Pero eso desde el punto de vista ético no es válido en la sociedad democrática. Por eso y tal vez por muchas otras razones hoy Colombia está polarizada entre uribistas y antiuribistas.

Sigue en Twitter @Atadol