El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Una historia no contada

Trece años de intervención de Emcali no es gratuito. ¿Por qué razón cuando...

28 de junio de 2013 Por: Angela Cuevas de Dolmetsch

Trece años de intervención de Emcali no es gratuito. ¿Por qué razón cuando las Empresas Municipales de Bogotá y Medellín crecían y financiaban las obras importantes, las de Cali no prosperaban y se volvían un lastre económico? La intervención en el 2000 no fue por discriminar a Cali, tampoco porque el sindicato la tuviera quebrada. Se han ventilado diferentes razones: el no pago del crédito japonés, garantizado por el Gobierno Nacional, para la construcción de la Ptar-Cañaveralejo. Una obra necesaria que podía haberse financiado si los recursos no hubieran tomado otro rumbo. Deudas acumuladas y amenazas de embargos que obligaron al alcalde Cobo a pedirle cacao a la Nación para seguir prestando el servicio. Todo es válido así como la cuota de culpa del Sindicato, pero lo que no se ventila y cada vez que se toca el tema con los Gerentes Interventores desde Carlos Alfonso Potes hasta Ramiro Tafur, le sacan el quite a la pregunta sobre el negociado de Termoemcali.Con dineros de la misma empresa se financió la construcción de la térmica pero luego apareció un empréstito y un contrato con una compañía fantasma cuya gerente obedecía al pomposo nombre de Linda Browning Heidelberg y que terminó siendo una empleada de Burger King en Miami. Por años Emcali estuvo obligada a pagar 5 millones de dólares mensuales por el contrato denominado PPA o ‘Power Purchasing Agreement’, dineros que iban a cuentas cifradas en las Islas Cayman. Con este contrato lo único que hacía el contratista era probar que la térmica funcionaba. Como no hubo sequía, la planta nunca se utilizó hasta que Susana Correa hábilmente vendió la mayor parte de las acciones y pudo recuperar algo de la inversión, mas no los US$5 millones mensuales que pusieron a tambalear a Emcali. Los responsables de la debacle nunca se conocieron pues siempre estuvieron escondidos detrás de empresas fantasmas con testaferros.Cuando John Maro fue a Nueva York a llorarle a los acreedores se encontró con una imponente firma de abogados con poco conocimiento del español que lo despacharon amablemente con un  “no, thank you”. Sí hubo un intento de investigar  a los culpables, pero el expediente terminó en una caja sin rumbo.Cuando las Farc en la mesa de negociaciones manifiesta que el punto clave  es acabar la corrupción en la justicia, tienen razón. Tantos procesos inconclusos, tantos culpables pasando de agache, el mismo Estado cambia jueces y magistrados para arreglar los fallos. En el 8.000 no fueron todos los que eran y a Sigifredo López por razones desconocidas trataron de convertirlo en guerrillero, mientras que John Maro que no se robó ni un peso ha tenido 297 procesos, 5 juicios y le dan la casa por cárcel por enamorado.