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¡El tiempo de las mujeres!

Ahora podemos trabajar desde la casa en nuestro propio tiempo, si toca trasnochar se trasnocha y como siempre hemos aprendido a tener varias bolas en el aire, esto no nos preocupa.

9 de abril de 2020 Por: Angela Cuevas de Dolmetsch

¡Ángela!, son las 8, es tarde y debíamos salir a las 7 y 30. Por muchos años este ha sido mi calvario y mi respuesta ha sido siempre “es que se me perdieron los zapatos, no encuentro el celular, tranquilo que me maquillo en el carro y termino de desayunar en el camino”, pensaba que llegaría un día en que no habría más “es que”. Ese día llegó pues el presidente Duque sabiamente por decreto nos mandó a la casa para evitar el contagio del coronavirus.

Ahora puedo dormir hasta las 10 de la mañana, hacer mis ejercicios a mi propio tiempo sin prisa, no tengo que regresar a casa y nunca estoy tarde para ninguna cita. Todos los días ensayo un plato nuevo al almuerzo y poco a poco vamos recopilando una serie de menús gourmet que a mi marido le encantan bajo la premisa que barriga llena corazón contento. Nunca nos habíamos llevado mejor en los muchos años de matrimonio, lo que me estaba dando ulcera era no disfrutar del tiempo de las mujeres.

En un mundo donde los parámetros patriarcales son los que rigen y al que las mujeres con ese corre, corre nos hemos adaptado para tener jornadas de 18 horas, dejar los niños listos para el colegio a veces el almuerzo hecho, comer a medias, ir al trabajo, de pronto contestar el teléfono para ayudarle a escondidas del jefe al niño, que ante la soledad del hogar llama cada media hora para que le averigüen algo con Mr. Google.

Ahora podemos trabajar desde la casa en nuestro propio tiempo, si toca trasnochar se trasnocha y como siempre hemos aprendido a tener varias bolas en el aire, esto no nos preocupa. No tenemos que pasar horas en carreteras contaminadas o tomar el transporte masivo cada día más incómodo y peligroso. Ya los hijos no se quejan que sus papas nunca están. El colegio es virtual y los juegos son en familia.
Aquellos hombres disfuncionales que tienen sucursal han tenido que decidirse por alguna de las dos y dejar el engaño. Las compras se hacen a domicilio de la misma tienda de esquina y los pagos por internet, hasta los médicos y abogados están haciendo teleconsultas. Las conferencias las hacemos por Zoom que es gratuito por 45 minutos, nos vemos las caras y conocemos sus casas, algunas en lugares remotos como Seúl en Corea o la flagelada Italia y hasta cantamos el ‘Omm’ por la salud del mundo.

Sí, es cierto que hay un sector de la población que tendría pocos ingresos. Hace algún tiempo que se ha dicho que si los 10 hombres más ricos del mundo repartieran parte de las acciones de sus compañías y conste que no hablamos de plata, el resto del mundo podría recibir el mínimo vital. ¿Será que si lo harían? Algunos han dicho que sí pero sin duda se necesita un nuevo orden social. Ciudades sin contaminación y menos carros, huertas de hortalizas en los balcones, viajes virtuales. Se acabaría la prostitución y los proxenetas y aquellas mujeres no tendrían que trabajar y podrían dedicarse con la ética del cuidado a ver por sus padres mayores o dedicarles el tiempo a sus hijos en un mundo donde las mujeres recibirían un salario por dar a luz y educar a los ciudadanos del mundo.

Sigue en Twitter @Atadol