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Horror en el Maratón de Boston

El terrorismo constituye un elemento repudiable de la Guerra Sicológica. Se utilizó...

22 de abril de 2013 Por: Álvaro Valencia Tovar

El terrorismo constituye un elemento repudiable de la Guerra Sicológica. Se utilizó desde la antigüedad por guerreros que se pintarrajeaban y cubrían el rostro con espantables figuras de fieras o demonios.Asurbanipal, el rey asirio que tapizaba las murallas de las ciudades conquistadas con las pieles de enemigos y prisioneros desollados vivos por amedrentar a quienes consideraba enemigos reales o potenciales, y Semiramis, la reina guerrera que rivalizaba con él en crueldad maligna, hicieron del terrorismo un instrumento de conquista.Sun Tzu, famoso tratadista chino, escribió en su libro ‘El Arte de la Guerra’, que el general no es el que gana cien batallas para lograr un objetivo sino quien gana una guerra sin luchar. En este proceso repetido a lo largo de los años, se llega a Hitler en la edad moderna, maestro de la Guerra Sicológica quien halla en Goebels, su ministro de propaganda, un instrumento a la vez complemento para el desarrollo de su pensamiento político, que se desmonta una a una las cláusulas humillantes del Tratado de Versalles y el Pacto de Locarno, superando reticencias de los Generales que temían tanto como los aliados una Segunda Guerra Mundial.Situado hoy en similar grado de influencia estratégica, el terror halla en el fanatismo religioso del Islam su expresión más inhumana y brutal. La destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York por dos aviones llenos de pasajeros conducidos por pilotos suicidas, repite con el atentado contra el famoso Maratón de Boston la misma insensibilidad asesina.La doble explosión fue calculada para producir la mayor matanza posible. La primera se produciría a la llegada de los punteros de varias nacionalidades, para provocar el pánico en espectadores y vehículos. Producido el desorden y la congestión, sobrevendría la segunda contra el arribo del pelotón principal. Providencialmente los cálculos fallaron por segundos, salvando así a los atletas pero dando muerte a tres personas y dejando heridas a más de cien hombres, mujeres y niños.