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Educación y deporte

Cuando Inglaterra creó el fútbol, lo concibió como deporte para jugar entre...

1 de julio de 2013 Por: Álvaro Valencia Tovar

Cuando Inglaterra creó el fútbol, lo concibió como deporte para jugar entre caballeros. Lo mismo ocurrió con otros deportes nacidos en la gran isla europea. No existía el profesionalismo deportivo. Se jugaba por placer. Con elegancia y estilo, que generaron el fair play más necesario en fútbol que en ningún otro deporte por su intensidad, contacto físico entre los deportistas, para no hablar del público que concurre a los estadios y en su fanatismo engendra las barras bravas; precisamente originadas en la tierra del fair play, con los tristemente famosos hooligans, matones y borrachines, temidos en los estadios europeos antes, en y fuera de los estadios.En la Gran Bretaña, dos mujeres excepcionales fueron las encargadas por motu propio de poner fin a los hooligans, con un conjunto de medidas preventivas y remediales, entre las cuales la educación desempeñó papel preponderante. En Colombia, donde somos dados a copiar lo perverso más que lo bueno y meritorio, frente a las barras bravas, copiadas de las argentinas, las autoridades se han desentendido del asunto en su real dimensión, recurriendo tan solo a medidas punitivas y policiales contra responsables de actos delictivos. Así ocurrió con el hincha bogotano de Millonarios asesinado por partidarios del Deportivo Cali en esa ciudad. No solamente se judicializó a los autores del crimen, sino los clubes y estadios de diversas ciudades prohibieron el acceso a los partidos de hinchas del oponente que porten camisetas, pancartas, banderolas o distintivos del equipo contrario al del anfitrión. Tales medidas pueden sentar precedentes y lograr que las barras morigeren sus comportamientos por temor a quedarse sin ver y aplaudir al equipo de sus amores. Pero no es justo que se generalice este tipo de sanciones, pues resultan pagando justos por pecadores El cierre temporal de estadios en nada remedia tales episodios repetidos de violencia y en cambio privan a la gran masa de ciudadanos de bien de su entretenimiento favorito. Las dos mujeres inglesas que domesticaron a las fieras hooligans, fueron la Reina Isabel II y la Dama de Hierro, Margaret Thatcher, su primer ministro. Ellas sí, dignas de imitación, pues sus sanciones severas fueron parte apenas de un gran empeño educativo. que comprometió a toda la Gran Bretaña.