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Año nuevo, presagio e incertidumbre

El primer día de cada año y el último del anterior, le...

13 de enero de 2014 Por: Álvaro Valencia Tovar

El primer día de cada año y el último del anterior, le llegan a cada persona indefectiblemente. Entremezclados cuando se divisan en perspectiva lejana. Por separado en el momento mismo de concebir el uno o sufrir la otra. El reloj, ese inseparable tirano de nuestras vidas, si el que fuera presagio se realiza, fortifica nuestra confianza en la capacidad premonitoria que le dio vida. Si se queda, simplemente pasa al armario de los recuerdos donde acaba por extinguirse y desaparecer en ese confuso universo que es la memoria humana, o entra a formar parte de los nuevos presagios en un ciclo infinito de repeticiones.Colombia atraviesa un periodo bastante excepcional de su historia. El proceso de paz del Presidente Santos difiere sustancialmente de todos los que le antecedieron a excepción del realizado por el M-19 en el Gobierno del Presidente Virgilio Barco. En ambos casos, fue la guerrilla quien tomó la iniciativa, si bien ambas utilizaron a su manera las aperturas propias de las respectivas circunstancias, Carlos Pizarro Leongómez, comandante supremo de las columnas rurales del M-19 pasó a serlo de todo el movimiento cuando el fallido proceso de paz del Presidente Betancur, la jefatura comunista de Bateman Cayón, Iván Marino Ospina, Álvaro Fayad y alias Almarales perdieron la vida en distintas operaciones contra insurreccionales de la Fuerza Pública. Para entonces el M como lo apodaron los periodistas y tras éstos los políticos y por último el país entero, habían llegado a la conclusión de que pasar de la ciudad al campo fue el error máximo. La composición humana de la guerrilla era de personal citadino y fue en este medio donde obtuvo los mayores éxitos que culminaron con la toma de la Embajada Dominicana en Bogotá.La operación, ejecutada por el famoso alias Comandante Cero, al cumplirse en la fiesta nacional de la república hermana, hizo posible la retención del Nuncio Apostólico de Su Santidad, el Embajador de los Estados Unidos y todo el cuerpo diplomático presente, lo que le dio resonancia universal. El Presidente Julio Cesar Turbay Ayala tomó a su cargo la dirección personal del asunto hasta lograr la solución incruenta bien conocida, que irónicamente inició la cadena de errores y desastres cuyo acto final fue el desarme y la desmovilización en el que el autor de PERFILES fue factor decisivo como se sabrá algún día.