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Rectoría de Univalle

La Universidad del Valle se encuentra en un momento importante: se está...

21 de septiembre de 2011 Por: Álvaro Guzmán Barney

La Universidad del Valle se encuentra en un momento importante: se está decidiendo quién va a ser su próximo Rector. Esta es una decisión que interesa de manera especial a los miembros de la comunidad universitaria, pero también a la sociedad regional. En días pasados, se presentaron los candidatos por el Canal Universitario de televisión. Me pareció que, salvo el caso del doctor Varela quien viene de ser el secretario de Salud, los demás candidatos eran buenos conocedores de la Universidad y sopesaban bien sus propuestas. Sin embargo, sus programas e incluso sus intervenciones, adolecen un tanto del síndrome de los políticos colombianos en campaña, por esta misma época tan notorio, que consiste en tener respuesta para los problemas más disímiles y fijarse metas que terminan siendo llamados a la bandera. Como se propone cambiar un poco de todo, no se cambia nada de fondo. Quedé con la sensación de que faltaban ‘ideas fuerza’, unas pocas, alrededor de lo fundamental que hace la universidad, de su situación presente y del cambio necesario. Es cierto que se debe valorar lo logrado, que es mucho, teniendo en cuenta la complejidad de la Universidad del Valle. No es cualquier cosa tener una institución pública de Educación Superior, con un presupuesto tan alto, desarrollando una tarea académica con resultados comprobables, por fuera de la corrupción y del clientelismo imperantes en el contexto regional y nacional. No es cualquier cosa haber desarrollado durante doce años, en medio de dificultades y conflictos, 24 semestres académicos completos, recibiendo jóvenes bachilleres y graduando profesionales, en su mayoría de los estratos más bajos. La Universidad del Valle es el principal canal de movilidad social ascendente en la región y esto es una aporte invaluable.Pero, hay que cambiar y hay que cambiar allí donde la universidad más se resiste: en el ámbito académico, en el meollo de su tarea formativa. No pretendo tener la solución, pero doy un ejemplo de temas cruciales. Se requiere promover la formación matemática y lógica, la lectura y la redacción, en todos los planes de estudio. También se requiere, por el otro lado, que las humanidades y las artes, hagan igual presencia. Hay que valorar estos aportes en el currículo y no caer en exclusiones que no tienen que ver con la formación en Educación Superior, hoy en el mundo. Por supuesto, los médicos, los ingenieros y los demás profesionales deben manejar lo básico de sus disciplinas: debe existir un núcleo profesional claro. Pero, ¿quién no reconoce el impacto positivo del humanismo en la formación médica, muy precario hoy, o de las artes, en otras ciencias y disciplinas? Se requiere, finalmente, organizar un Centro de Idiomas con pedagogía y tecnología avanzada que permita mejorar sustancialmente el dominio de lenguas extranjeras. Todo esto, dentro de un currículo que dimensione los niveles de formación con realismo de tiempos, distinguiendo la formación básica, de la de maestría o doctorado. El sistema de créditos, bien usado, es clave para esto. Algunos afirmarán, que no digo nada nuevo. Yo lo sé: José Felix Patiño lo planteó por primera vez, hace 40 años para la Universidad Nacional. La Universidad del Valle, en sus inicios, tuvo algunos de estos rasgos. Hoy, la Universidad Nacional regresa sobre la senda, un tanto precipitadamente, con los aportes de Marco Palacios y Moisés Wasserman. Sugiero que no se descuide el cambio académico, el corazón de la Universidad. De resto, no competimos, no nos globalizamos, no podremos estar entre las mejores universidades.