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Opinión pública crítica

Ciertamente las elecciones regionales pasadas mostraron cambios importantes en el país con nuevas figuras jóvenes que no fueron promovidas por las organizaciones políticas tradicionales.

12 de noviembre de 2019 Por: Álvaro Guzmán Barney

Ciertamente las elecciones regionales pasadas mostraron cambios importantes en el país con nuevas figuras jóvenes que no fueron promovidas por las organizaciones políticas tradicionales, ya articuladas a las maquinarias regionales de poder. Pero una notable excepción estuvo en la gobernación del Valle del Cauca y en la alcaldía de Cali. Impresionante la capacidad demostrada por la actual Gobernadora, del partido de la U, para sacar adelante con éxito contundente a su candidata Clara Luz Roldán. También ganó un alcalde ya cuestionado que repetía, con el aval de la Gobernadora, del senador Roy Barreras, de sectores del Polo Democrático y apoyado por sus fuerzas, en parte de la Alianza Verde. En conjunto, una prueba clara de la capacidad de las maquinarias para mantenerse en el poder regional y de la dificultad para promover alternativas comprometidas con la modernización, la profundización de la democracia, el manejo sin tacha del presupuesto público y los retos ambientales y de desigualdad social de la región.

Voté por Michel Maya ya que me identificaba en buena medida con el conocimiento que tenía de la política local, con sus posiciones críticas del clientelismo desde el Concejo de la ciudad y sus visiones progresistas de ciudad. Pero me habría gustado votar por Alejandro Éder en una alianza con Maya que, si se hubiera llevado a cabo a tiempo, habría tenido mayores consecuencias electorales. Es interesante analizar por qué seguimos presas del caudillismo y del personalismo en la política colombiana y por qué es tan difícil llegar a coaliciones políticas de mayor envergadura con efectos políticos más importantes. Hay mucho por hacer en términos de construir fuerzas políticas, en ausencia de partidos fuertes, que pueden ser portadores de cambios políticos significativos y duraderos.

Lo mejor que se puede hacer con los elegidos en el próximo futuro, de parte de quienes no los promovieron, no es buscar congraciarse con ellos, como ya está sucediendo. Se requiere por un lado, mantener una oposición crítica y constructiva de los manejos que hagan de la cosa pública y, por otro lado, socializar y promover desde ya ideas sobre una región y una ciudad diferentes que se espera puedan ser exitosas políticamente, en otra oportunidad.

La opinión pública, los medios de comunicación, los puntos de vista de académicos, deben ponerle especial cuidado al tema del manejo de los recursos públicos, de los contratos, de su asignación e implementación. Sobre este tema no tenemos la mejor tradición en el Valle del Cauca, ni en Cali, con los candidatos que han sido elegidos. Por otro lado, en la campaña que acaba de terminar, me pareció altamente cuestionable que se quisiera foguear en los debates a los candidatos sobre los problemas más disímiles y específicos, sobre lo divino y lo humano, como si tuvieran a su alcance todo tipo de soluciones, con presupuestos tan escasos. Pero, al mismo tiempo, no se desarrollaron visiones alternativas de fondo, sobre lo que se quiere para el departamento o la ciudad, posibilitando así una mejor elección de parte de los ciudadanos.

Desde ahora, es deseable que la oposición persista formulando ideas sobre la ciudad o el departamento que queremos y que se logren consensos estratégicos de opinión. No es conveniente para la democracia tener diez candidatos. Es mejor elegir entre tres o cuatro. En el debate público no electoral, nos daremos cuenta de la importancia de los nuevos liderazgos y también de cómo, en el Siglo XXI, se introduce con más fuerza la idea compleja de ‘sostenibilidad’ que no es solamente ambiental. Ningún candidato habló de ‘desarrollo sostenible’, con todas sus consecuencias, ambientales, económicas, socio-culturales y éticas.