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Extremos y centro

Con los resultados electorales del domingo se pueden hacer algunas observaciones de conjunto. Para iniciar, el porcentaje de participación aumentó notablemente y la Registraduría presentó rápidamente los resultados,

30 de mayo de 2018 Por: Álvaro Guzmán Barney

Con los resultados electorales del domingo se pueden hacer algunas observaciones de conjunto. Para iniciar, el porcentaje de participación aumentó notablemente y la Registraduría presentó rápidamente los resultados, de manera que se despejaron las dudas sobre interferencias en el proceso electoral. Que más personas hayan participado y que el mecanismo de conteo haya funcionado bien son buenas noticias para el país.

Ganaron los que se pronosticaba que iban a ganar: Duque con el 39,13% de la votación y Petro con el 25,09%. Pero, en mi opinión, no ganaron con los porcentajes que se esperaba serían mayores, para el uno y para el otro. El notable hecho fue Sergio Fajardo con 23,44%. Es una votación considerable que tiene un gran significado como posición ‘anti-polarización’ y con propuestas distintas que se fundamentaron en el poder de la argumentación. Si al porcentaje de Fajardo se le suma el marginal de Humberto de la Calle, del 2,06%, suponiendo una alianza que muchos lamentamos que no se hubiera concretado, Fajardo habría pasado a la segunda vuelta y Petro se habría quedado.

El otro palo de la jornada electoral fue el de Vargas Lleras con el 7,27% de los votos. Pensé que su votación iba a ser mayor por las adhesiones de última hora, por el manejo de un programa sólido, consistente con una posición de continuidad con el gobierno de Santos, y por el despliegue publicitario final. Pero no fue así y habrá que profundizar en las razones de posibles errores estratégicos en la campaña. En cuanto a De la Calle, se quedó sólo en la defensa más clara de la importancia de los acuerdos de paz para el futuro de la nación y en otros puntos importantes como la lucha contra la desigualdad. Voté por él y me pregunto por las raíces de tan menguada votación, ante un candidato muy bueno. Una razón es el abandono del Partido Liberal y de su dirigencia.

Lo que va a suceder en los próximos días es una vez más impredecible. No se sabe el rumbo que puede tomar la importante votación de Fajardo. Hay que esperar sus pronunciamientos. Ya sabemos de contradicciones importantes con el petrismo, para no hablar de contradicciones también con el candidato uribista. La votación de Vargas Lleras también se divide, sin saberse las proporciones que pueden ir a un lado o al otro. La votación de Humberto de la Calle es claramente en favor del proceso de paz y, en esta medida, se puede suponer que va para Petro.

Ahora bien, un centro político tan importante como el que resultó el pasado domingo puede contribuir a ‘peluquear’ las posiciones extremas en los próximos días. Hay que comprometerlas con el proceso de paz, sin ambigüedades. También con mejorar el modelo económico (de mercado) y político (la democracia), criticando claramente las aventuras del ‘socialismo del Siglo XXI’, como la de Maduro. Si se quiere cambio, hay que propender en el mediano plazo, por una socialdemocracia para el Siglo XXI, como única alternativa viable a los desafueros de la economía de mercado sin control, o del totalitarismo.

Personalmente no encuentro razones válidas para darle mi voto a alguno de los candidatos de la segunda vuelta. Percibo que todo se inclina hacia el predominio del candidato uribista. Me han argumentado que es importante contrabalancear esa victoria, pero prefiero votar en blanco, esperando que quienes lo hagan así, manifiesten su inconformidad con los modelos y las campañas emprendidas por estos candidatos, presas de las confrontaciones en las redes sociales. El papel de Petro como senador es bienvenido y, más aún, el de Ángela Robledo en la Cámara.