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El lunar

Al terminar el segundo año de Gobierno, el lunar de la Administración...

11 de diciembre de 2013 Por: Álvaro Guzmán Barney

Al terminar el segundo año de Gobierno, el lunar de la Administración Municipal es la inseguridad ciudadana, especialmente aquella que se asocia con la violencia y con los homicidios. Este año la situación ha sido peor que la del anterior y la ciudad llegará a una tasa de homicidios que es a todas luces inaceptable. Es necesario profundizar en el análisis de lo que ocurre, especialmente teniendo en cuenta que es una situación sostenida que se presenta con rasgos muy preocupantes desde hace cinco años y que ahora empeora. Pero también se puede hacer referencia a los remedios posibles en estas circunstancias.Es fundamental que en la ciudad exista una representación clara de la autoridad, en la figura del Alcalde, que asuma el problema de la inseguridad sin delegaciones, se oponga y denuncie sus manifestaciones. No basta el conocimiento epidemiológico y sus recomendaciones. Se requiere además de un discurso público y político de oposición a lo que sucede en la ciudad. El alcalde Guerrero cuenta con un enorme prestigio en estos temas y bien puede gastárselo, sin ponerle atención a los asesores light que concentran sus recomendaciones en las encuestas de opinión, altamente sesgadas por los temas de mercado político. Hay que valorar las iniciativas de denuncia y movilización contra la violencia, encabezadas por monseñor Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de Cali, pero la autoridad civil debería liderar este tipo de iniciativas y no quedarse atrás. En segundo lugar, es necesario trabajar con la principal institución con que cuenta el Estado es su lucha contra la inseguridad ciudadana: la Policía. No es clara, públicamente, la dependencia orgánica que hoy existe con la primera autoridad municipal, en términos de una estrategia evaluable de control del crimen en la ciudad. La institución manifiesta rasgos de organización autónoma y burocratizada que responde a intereses particulares de seguridad ciudadana. De manera más específica, reproduce con inercia un plan cuadrantes, del cual habla hace bastante tiempo, sin que se haya evaluado públicamente. No es satisfactoria la solución de siempre, de más recursos y más personal. Menos aún, la estrategia de militarización de la ciudad que lo que hace es reconocer indirectamente que la Policía debe repensarse en su esquema de vigilancia para la ciudad. Las anteriores afirmaciones se hacen reconociendo la importancia estratégica de la institución policial para la seguridad ciudadana y alertando sobre el peligro de su existencia funcional con el crimen.En tercer lugar, es indispensable profundizar el espacio de la justicia y la resolución de conflictos en la ciudad. Después de dos años: ¿Cómo están funcionando las Comisarías, las Casas de Justicia, las formas de justicia restaurativa? ¿Cómo funciona el sistema judicial tradicional, especialmente el dedicado a lo penal? ¿El sistema carcelario y de resocialización?Finalmente, con la excepción parcial del tránsito vehicular, la cultura ciudadana sencillamente desapareció de la agenda municipal, como si se olvidara que en el refuerzo de las normas de conducta propias de la civilidad está la más potente de las soluciones colectivas a la intolerancia y la violencia. Cuando no se sabe qué hacer, salen a relucir soluciones que están en la agenda nacional, desde finales de los años 80: el desarme. Pero no se profundiza en las razones que no permiten poner en práctica la recomendación. Cuando no se sabe qué hacer, también, se dan permisos de rumba y de consumo de licor, con consecuencias letales.P.D. Estuve ayer en la marcha y vi al Alcalde en compañía de Monseñor en primera fila. Felicitaciones.